Guillermo Carpio: el juez incomprendido de Juliaca
Guillermo Carpio: el juez incomprendido de Juliaca

"En un partido decisivo de fútbol o futsal siempre habrá un ganador y un perdedor, y por ende uno o más aficionados insatisfechos con el resultado". Este simple ejemplo, para Guillermo Carpio describe la incomprendida función de los árbitros por parte de quienes aman el deporte rey y sus similares.

Carpio Chanine tuvo la inquietud de ser árbitro en su natal Lima y desde adolescente. Y fue así como a los 15 años de edad debutó como juez en un partido amistoso de fútbol en Comas (Lima) con incipientes conocimientos para esta función.

Su vocación lo empujó a estudiar para ser árbitro en la Asociación Peruana de Árbitros de Fútbol (APAF). A sus 19 años en Camaná (Arequipa) ya arbitraba cotejos de la Tercera División de Fútbol, y a los 23 era parte de la terna en Juliaca para partidos de la Copa Perú.

Sin embargo, un año después de experimentar el arbitraje en Copa Perú, terminó decepcionado. "Pude observar muchos actos de corrupción en confabulación con la Federación Peruana de Fútbol, por lo que decidí alejarme de la APAF", nos cuenta.

En el año 2001 con un grupo de compañeros vinculados al arbitraje, fundó la Asociación Particular de Árbitros "Guiranaro".

"Esta iniciativa nace luego de ver limitada mi libertad para ejercer autoridad como árbitro", explica.

Si bien con esta asociación no puede arbitrar partidos oficiales de la Federación Peruana, lo hace en torneos locales, pero en especial con campeonatos futsal en los que se ha hecho muy conocido por su correcta actuación.

ARBITRAJE. Guillermo Carpio asegura que el arbitraje es rentable. "Tal vez al inicio se sufra, pero con el tiempo la gente te llega a reconocer como una persona incorruptible, entonces te ganas el respeto y a tu trabajo tú le pones un precio".

Confiesa que en varias ocasiones, en partidos decisivos y finales de campeonato, han pretendido sobornarlo para favorecer a determinado equipo, sin embargo siempre ha desistido de ello porque sabe que este error puede ser el inicio del fin de su carrera.

Tratando de hacer un buen trabajo, este particular réferi de tez morena se ha vuelto muy conocido en las ciudades de Lima, Camaná, Arequipa, Mollendo, Cusco, Moquegua, Tacna, Juliaca y Puno, lugares hasta donde ha llegado para arbitrar diversos encuentros.

"Ciertamente mi vocación me ha llevado a conocer varias ciudades del Perú. No creo que ser juez de fútbol sea malo, por el contrario, siempre que uno haga lo correcto tendrá más oportunidades en la vida", sostiene.

Su vocación lo ha ayudado paralelamente a organizar reconocidos torneos en las ciudades de Juliaca y Puno. Recuerda que en sus inicios promovió el "Campeonato de Fútbol de Triciclistas en Juliaca", así como el torneo de minifútbol denominada "Copa Cusqueña".

A sus 40 años de edad, enseña a otras personas a arbitrar mediante la asociación que preside, con diversas charlas técnicas sobre el reglamento de fútbol. "Espero tener más de 50 años y seguir arbitrando", nos dice.

INCOMPRENDIDO. Curtido de insultos e injurias por parte de los aficionados, en especial en momentos de alta calentura en determinado partido o final, confiesa que solo una vez fue golpeado al finalizar un encuentro deportivo, fue por un grupo de mujeres en el Cusco.

Esto le ha servido como una experiencia aleccionadora, ya que cada vez que arbitra en lugares alejados, lo primero que hace con los organizadores es solicitar las garantías con la policía o el serenazgo para evitar ser víctima de la hinchada.

"Las críticas siempre vendrán de uno u otro lado. Te mentan la madre, se cogen de tus rasgos par a insultarte, en fin. Los árbitros no somos perfectos, cometemos errores, pero eso no implica que todos seamos unos vendidos. Lo importante es que como jueces de un encuentro deportivo hagamos siempre lo correcto", concluye Carpio.

Guillermo Carpio sostiene que los aficionados siempre tienen el prejuicio de que los árbitros son unos "vendidos y corruptos", lo cual no es cierto. Indica que con el tiempo la gente está cambiando y está siendo menos apasionada y más consciente de la "humanidad" de los jueces.

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