Han pasado casi 20 años desde la promulgación de la Ley 26628, que amplió el acceso de las mujeres a las Escuelas de Oficiales y Suboficiales de las Fuerzas Armadas, pero desde el 13 de junio de 1996 a la fecha esta norma aún pone en desventaja al personal femenino.
“Al principio fue difícil la etapa de cadete (…) fue notorio el rechazo (masculino). Sin embargo, es cuestión de adaptación ya que al pasar los años se dieron cuenta que podíamos hacer con esfuerzo las cosas que ellos ya venían haciendo”, cuenta la mayor Nadia Maycok.
Con mucha seguridad, la oficial de personal de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) -mujer que ostenta el mayor cargo en la institución- señala que así como sus compañeras en la Marina de Guerra, no han sufrido en exceso para hacerse respetar por el personal masculino.
CON ORGULLO. La capitán de Corbeta Sofía Luna Alvarado es una de las pocas mujeres entre los casi 70 mil hombres de las Fuerzas Armadas; pero ella se siente orgullosa de ser una de las 4 mil 657 mujeres que forman parte del personal femenino, según cifras del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) al 2014.
“Cuando ingresé fue en el año 1998. Había cierto recelo que estemos en la Escuela Naval y que en un futuro seamos oficiales, pero todo esto se ha ido normalizando con el paso de los años y hay relaciones excelentes sin ningún tipo de discriminación por el género”, afirmó.
Para la abogada Gina Llanos, asociada al Movimiento Manuela Ramos, las limitaciones en los ascensos del personal femenino responde a un tema ideológico, por ello sugirió cambiar la mentalidad de los militares desde su preparación y una política pública con enfoque de género e igualdad de oportunidades.
“Debe haber una revisión curricular sobre la igualdad y el trabajo concreto que tienen que realizar las mujeres en la práctica. No solo en estado de paz sino también en guerra”, precisó a Correo.
Hoy, únicamente el personal masculino puede alcanzar los más altos grados (general de División, vicealmirante y teniente general), según detalla Ana María Tamayo en el libro “Juventud y Género en las Fuerzas Armadas: una mirada desde las regiones” del Instituto de Defensa Legal (IDL).
Indica que las mujeres son excluidas de ciertas especialidades como las denominadas armas de combate, tanto en el Ejército (Infantería, Caballería y Artillería) como en la Marina de Guerra (submarino, infantería, operaciones especiales, rescate y salvamento) y Fuerza Aérea (piloto de combate, defensa aérea, defensa y operaciones especiales).
¿LISTAS PARA COMBATE? Según la Ley de Situación Militar de los Oficiales de las Fuerzas Armadas, Ley 28359, publicada el 28 de julio del 2004, los oficiales tienen iguales derechos y obligaciones, sin embargo también se señala que “se pueden establecer limitaciones en base a criterios objetivos y sexo, inherentes a la función militar”.
En efecto, el reglamento precisa que las mujeres no califican para “especialidades afines de Operaciones Especiales y en las Unidades de Combate de la Primera línea”, es decir si el enfrentamiento es cuerpo a cuerpo.
Para el exministro de Defensa Roberto Chiabra, una mujer no asciende en el escalafón, no por un tema físico sino por puntaje.
“En el rendimiento académico son parejos, incluso la mujer superior. También en la física lo son. La diferencia lo hace el puntaje (en desempeño). Si las pones a competir con alguien que tiene un puntaje superior (los designados a zona de combate), jamás van a ascender”, dijo a Correo.
“No enviaría a una mujer al VRAEM a combatir a una organización terrorista. Todavía no. Creo que tenemos que tener un proceso de mayor maduración de la mujer en las FF.AA., no ha pasado mucho tiempo todavía (…) hay que tener en cuenta que los conflictos actuales no se trata de una guerra convencional con las Fuerzas Armadas de otro país que de repente podría cambiar de opinión, pero estamos hablando de una amenaza no convencional, hablamos de organización terrorista que no respeta las reglas de la guerra”, agregó.
MUJERES GENERALES EN AMÉRICA LATINA
Según la Red de Seguridad y Defensa de América Latina (Resdal) las mujeres componen cerca del 4% de la fuerza militar en América Latina.
En marzo de 2015, Gina Reque Terán se convirtió en la primera mujer en ostentar el máximo grado de las Fuerzas Armadas de Bolivia. Ella es hija de Luis Reque Terán, hombre que en 1967 dirigió la captura del guerrillero “Che” Guevara.
Reque Terán no es la primera mujer general de América Latina. Venezuela tiene una general y una almirante, Chile tuvo una general de la policía militar en los años noventa. También en Bolivia hay dos mujeres generales de la policía nacional.
Pero el caso de Terán es singular pues es la primera general que lidera tropas de combate y que recibió su formación en una academia militar, caso que al parecer en Perú “sí llegará pero muy tarde”, según el exministro Quiabra.