Mientras algunos jóvenes coquetean con el grupo pro terrorista, Movadef, familiares de los 69 campesinos asesinados en la masacre de Lucanamarca continúan esperando justicia y mayor presencia del Estado.
Como se recuerda un 3 de abril de 1983, Sendero Luminoso (SL) perpetró el salvaje asesinado en represalia de la muerte de uno de sus mandos, Olegario Curitomay, quien habría sido abatido por los integrantes de las rondas campesinas del distrito de Santiago de Lucanamarca (Huancasancos-Ayacucho), un 22 de marzo de 1983.
El día de la masacre un contingente de 60 senderistas ingresó a Lucanamarca y otros pueblos contiguos, donde, con el pretexto de imponer “sanción ejemplar” a su población, mataron a 69 campesinos, de los cuales 18 eran niños. También asesinó a 11 mujeres, algunas de ellas se encontraban embarazadas.
La mayoría de las víctimas murieron por heridas de machete, hacha, pico, y algunos recibieron disparos a corta distancia en la cabeza. También quemaron a otros pobladores con agua hirviendo.