Mientras sus pequeños hijos duermen o juegan con sus pares en el albergue, las niñas mamá y madres adolescentes se ponen serias y empiezan a tejer las prendas que les permitirán obtener los primeros ingresos para cubrir sus principales necesidades y ahorrar para comprarle “algo” a sus traviesos vástagos. Sus productos también se venden en el extranjero.
Ellas integran el privilegiado grupo de más de 300 niñas y adolescentes de Lima, Arequipa, Puno y Tacna que fue capacitado por las voluntarias de la Fundación Telefónica para aprender a tejer productos de exportación y construir, con su propio esfuerzo, un mejor futuro como madres solteras.
Dura realidad. En el área urbana, 10 de cada 100 mujeres entre 15 y 19 años ya son mamás o están embarazadas, mientras que esta cifra puede duplicarse en las zonas rurales.
Sin embargo, los datos del INEI no consignan que un creciente número de futuras madres tienen menos de 14 años y fueron víctimas de traumantes agresiones sexuales, por los cuales quedaron embarazadas.
“Desde hace más de seis años, trabajamos con madres adolescentes de Lima y del interior del país. Nuestro proyecto ”Tejiendo nuestro futuro“ estuvo inicialmente dirigido a niños en riesgo, pero luego de conocer la realidad por la que atraviesan las pequeñas madres, gracias a la labor de Filomena Guillén, el grupo de voluntarias decidió trabajar con ellas”, nos cuenta la ingeniera de Sistemas Hada García Cadillo.
En la medida que “Tejiendo nuestro futuro” se fue consolidando con el tiempo, el radio de acción del proyecto a favor de madres adolescentes se amplió hacia la Casa de la Juventud de Surquillo, Cedif de Independencia, Cedetep de Villa María del Triunfo, en Lima.
Mientras que en la Ciudad Blanca están en la Municipalidad de Arequipa y la Casa Amor de Dios; en Puno, en la Red Titicaca; y en Tacna en el albergue Niño Jesús de Praga.
“Con todos ellos trabajamos y apoyamos a las madres adolescentes”, señala García Cadillo.
Exportación. “Tejiendo nuestro futuro” es una iniciativa social que enseña el arte del tejido a mano a madres adolescentes para que puedan iniciar su negocio propio, pero sin descuidar sus estudios ni a sus hijos pequeños.
“El proyecto no busca que las madres adolescentes dejen de estudiar ni se dediquen exclusivamente a trabajar, porque son menores de edad y la ley no lo permite. Sin embargo, hemos logrado la oportunidad de comercializar la producción de las chicas a nivel nacional e internacional”, dijo García Cadillo.
Así, las chalinas, chompas, ponchos, gorros, faldas, mantas y productos personalizados se lograron enviar hasta la fecha a Holanda, Estados Unidos y Argentina.
Son productos de calidad y muy competitivos en el ámbito artesanal, ya que se incorporan diseños innovadores y pueden responder a lo que se llama la moda internacional.
La voluntaria García Cadillo cuenta también que parte de la producción de tejidos de madres adolescentes, como los ponchos, son enviados para abrigar a los niños de Puno, donde se registran bajas temperaturas.
Testimonio. “No me gusta porque el tejido es para la viejas”, respondió una chica de 15 años y de nombre Karina, cuando llegó por primera vez al centro.
Ante la insistencia de las voluntarias, ella decidió tejer 'una pastilla', un pequeño cuadrado de tejido que luego se une con otros para formar una colorida y preciosa manta, y con eso descubrió que podía tejer y ganar un poco de dinero para su hijo.
“Desde el 2010 no he parado de tejer, y puedo decir que me gusta lo que hago y estoy muy agradecida a las personas que nos han brindado la oportunidad de salir adelante”, señala la joven Karina.