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Los cielos de la selva peruana son tierra de nadie y los narcotraficantes lo saben.
El Sistema Nacional de Vigilancia Amazónico y Nacional (SIVAN) no está plenamente operativo y sus capacidades distan mucho de ser las óptimas para protegernos de amenazas tanto internas como externas.
El teniente general FAP (r) Carlos Bohórquez Castellares conversó con Correo y explicó cuáles son los principales peligros a los que esto nos está arrastrando, y nos arrastra ya. Prácticamente, de forma diaria, las aeronaves del narcotráfico ingresan y salen sin ningún control en el espacio aéreo nacional.
Pero esta no es historia reciente, como apunta el general Bohórquez. Este problema se frustra a partir del 2001, cuando ocurre el incidente de la seminarista norteamericana, apunta Bohórquez. Se refiere a la muerte de la misionera Verónica Bowers, de 35 años, y de su hija Charity de 7 meses, cuando un avión A-37 de la FAP derribó la avioneta Cessna en la que viajaban con otros pasajeros estadounidenses, al ser identificada erróneamente como una narcoavioneta.
A partir de ese incidente, Washington ordenó la suspensión de los vuelos de interdicción en nuestro país.
Pero retornando al momento actual, la degradación en las acciones de combate al narcotráfico en nuestra selva llegó a un punto tal que en la actualidad solo contamos con un único radar que opera en Puerto Maldonado.
Para dimensionar la gravedad de la situación, es bueno recordar que nuestra Amazonía equivale al 52 por ciento del territorio nacional.
INTERDICCIÓN HOY. Como piloto de cazas de combate, el general Bohórquez sabe de primera mano cómo se han realizado en los últimos años las labores de interdicción. Por datos de inteligencia se puede determinar el momento de la salida de una aeronave que va a penetrar nuestro espacio aéreo. Pero uno no sabe dónde va a aterrizar; hay tal cantidad de pistas clandestinas, que determinar el sitio donde van a entrar las aeronaves con el dinero para pagar la droga es muy difícil. No hay cómo detectar su traza en el aire.
Si se logra detectar dónde aterrizó, se debe esperar a que la Policía Nacional y un fiscal lleguen por helicóptero hasta el sitio para hacer allí la detención e incautación. Abrir fuego contra la nave de un narco, hoy, es impensable.
Lo que lograron hacer los pilotos FAP, a falta de otra cosa, fue sobrevolar sobre las avionetas forzadas a aterrizar, para impedirles volver a alzar el vuelo, a la espera de que lleguen las autoridades para la intervención. Eso, repetimos, siempre y cuando pudieran dar con la aguja en medio del inmenso pajar que es la jungla peruana.
Es imposible, mientras no salga la ley que está en el Congreso, es imposible... Entiendo que aprobando la ley habrá la capacidad de interceptar las aeronaves en el aire y obligarlas a tocar tierra.
A CIEGAS. Los narcotraficantes saben que son intocables en el aire, algo que confirma el general Bohórquez. Yo sé que hay un promedio de 5 aeronaves diarias que están entrando, que se llevan hasta 500 kilos de droga al día. Es terrible. Se necesita de un esfuerzo grande para impedir esto.
La solución pasaría, entonces, por la plena habilitación del SIVAN. Además de la información aérea, el SIVAN proporcionaría otros tipos de informaciones, como saber dónde están las pistas clandestinas, dar detalles sobre dónde están las plantaciones de hoja de coca, con imágenes hiperespectrales. Y esto lo saben en el Congreso.
SIN RADAR. En el 2010 lograron poner en funcionamiento un radar en Iquitos y después en Pucallpa. Pero desde 2011 no hubo ni un solo radar primario en operación y solo lo movieron a Puerto Maldonado.