Denunciar los abusos sexuales, psicológicos y físicos en el Sodalicio es su bandera, pero también su cruz. Hace solo unos días, Pedro Salinas fue condenado a un año de prisión suspendida y al pago de una reparación de 80 mil soles por llamar “El Juan Barros peruano” (obispo chileno cercano al pederasta Fernando Karadima) al arzobispo de Piura, José Antonio Eguren. Para el periodista, tal sentencia no es más que un nuevo maltrato por parte del cuestionado colectivo cristiano, por ser el autor del libro “Mitad monjes, mitad soldados”.
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¿Piura es una plaza adversa en este tipo de casos? Sí, claro. Piura era territorio comanche y desde que llegamos se notó la cancha desnivelada. Cuando tú entras al Poder Judicial en Piura, lo primero que te llama la atención es una capilla enorme en la recepción. Abres los periódicos de Piura y usualmente aparece José Antonio Eguren opinando sobre algo que no tiene que ver con la religión.
O sea, no solo habla de política, como otros arzobispos... Es un referente de opinión muy importante, es un personaje público (...). Entras a la web del Arzobispado de Piura y ahí están las fotos de Eguren en liturgias, procesiones, bendiciones, con fiscales, jueces, autoridades policiales, militares, autoridades de la región, políticas. Es un poder fáctico.
¿Piensa aún que Eguren es el Juan Barros peruano? Sí, por supuesto. Y Barros es el Eguren chileno (...). Que no me venga con cuentos que él no sabía nada y que nunca tuvo cargos jerárquicos en el interior de la institución (Sodalicio), que no formó parte de la cultura de abuso de poder. Todos los que tuvieron, en algún momento, cargos de poder participaron en esta cultura de abuso de poder (...) Eso que dice Eguren, que no tuvo nada que ver, es mentira, yo me ratifico en eso. Cuando hago la comparación con Juan Barros, ese símil, reitero, le calza como un guante a José Antonio Eguren. Él quiere forzar la metáfora a que yo digo, o afirmo, que él era un encubridor sexual; yo nunca he afirmado eso en ese texto (la columna El Juan Barros peruano). Yo lo que afirmo es que así como Juan Barros era muy cercano al pederasta más célebre de Chile: Fernando Karadima, José Antonio Eguren era muy cercano al pederasta más célebre del Perú: Luis Fernando Figari. Así como Juan Barros participó en la construcción de este ambiente, este clima, de esta organización también autoritaria, totalitaria, donde la obediencia era la columna vertebral, José Antonio Eguren hizo lo propio en el Sodalitium Christianae Vitae. Así como Juan Barros participó en todas las dinámicas de manipulación y coerción psicológica, maltratos psicológicos, y cosas por el estilo, lo mismo hizo José Antonio Eguren al otro lado (...). Y así como Juan Barros quiso capitalizar la visita del papa (Francisco) a Chile fotografiándose con él, José Antonio Eguren, en Trujillo, por insistencia de él, porque ya me lo han confirmado algunos obispos, termina dándole el homenaje de bienvenida al Papa. Yo escribo El Juan Barros peruano porque le calzaba, entonces, ¿dónde está la difamación?
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¿Cree que el fallo lo revictimiza? Yo soy un superviviente de la cultura de abuso de poder del Sodalitium, o sea, no soy una víctima sexual, pero estos tipos destruyeron durante mucho tiempo la relación con mi padre, o sea, eso me ha generado, en su momento, un daño psicológico... hasta el día de hoy estoy diagnosticado que tengo síndrome de estrés postraumático. Una vez más, quien no ve el caso Sodalicio como el caso de una organización de características sectarias, no está comprendiendo nada. O sea, Luis Fernando Figari es el equivalente a Abimael Guzmán, a Charles Manson, a David Koresh, o sea, es el líder de una secta y su círculo de hierro es copartícipe, o corresponsable, de lo que se instauró: buscar jóvenes desde pequeños para lavarles el cerebro, separarlos de sus familias y convertirlos en “talibanes”.
Entonces, sí lo revictimiza... Sí, me siento revictimizado por el Sodalicio, no por Eguren (...). El manual de las sectas, Figari se lo sabía de memoria y eso se aplicaba en Sodalitium. ¿Lo aplicaba solamente Figari? No, lo aplicaba (Germán) Doig, lo aplicaba (Jaime) Baertl, lo aplicaba (Virgilio) Levaggi y lo aplicaba Eguren. Que no me jodan ahora que Eguren no tiene nada que ver.