A los cinco años, en una fiesta en su barrio Renovación, en La Victoria, Rony Campos hizo su debut. Salió como uno de los bailarines de Perú Negro, agrupación creada por su papá Ronaldo Campos de la Colina en 1969. Trabajó arduamente hasta llegar a ser músico. Tras la muerte de su padre, asumió la dirección del grupo.
“Yo nací, crecí y sigo hasta ahora en Perú Negro. Es mi vida, mi trabajo, mi familia. Ya tengo 51 años, 15 como director. Mi hijo (Ronaldo Campos) ha pasado a ser director artístico, esperemos llegar a más de 45 años”, afirma Rony cuando nos recibe en su casa ubicada en Surco. Asegura que nadie le enseñó a zapatear ni a tocar el cajón, sino que aprendió viendo a su padre.
“Sentía lo que veía e imitaba. Mi padre nunca se sentó a enseñarme. Nadie me educó, solo quise seguir con la tradición”, agrega. Sin embargo, cuenta que su progenitor poco a poco le iba dando responsabilidades, pues sabía que él era su sucesor.
“Mi padre me iba soltando las riendas, me iba dando visión, pero no lo asumía. La gente que había empezado conmigo no lo aceptada, ponía resistencia y yo dejaba de dirigir, pero cuando murió, me puse bien los pantalones y dije: ‘Voy a tener que enfrentarme, encaminarlos’. Era gente amiga, qué pena enfrentarme con ellos”, explica Rony recordando que a sus 39 años tomó la decisión como cabeza de Perú Negro de renovar el grupo.
“Había Perú Negrito. Comencé a meter a gente de ahí y saqué a la que empezó conmigo”, indica. Con esta nueva sangre, Perú Negro alcanzó el despegue internacional.
“Mi objetivo era continuar con el elenco y la tradición. Mi papá moría por ir a Estados Unidos, algo que yo logré por diez años seguidos. Por eso fuimos nominados dos veces al Grammy (uno latino y otro americano), grabamos discos (Jolgorio, el más exitoso). Quería superar la meta, pero aún falta, pues nunca se termina de aprender”, refiere.
De sus viajes por Marruecos, Brasil, Cuba, España, Argentina, Panamá, Ecuador, Trinidad y Tobago, Paraguay, Chile, Canadá, Italia y Estados Unidos, Rony Campos guarda miles de anécdotas, pero dos son inolvidables. “Los gringos se sorprenden de que seamos negros peruanos, piensan que somos cubanos o africanos y en nuestros viajes a Europa, los empresarios nos han estafado y tuvimos que dormir en las calles”, recuerda.
LEGADO. Además de disciplina y dedicación, la esencia del popular ballet afroperuano es y será la familia Campos.
“Perú Negro habrá siempre, si no estoy yo, están mis hijos, mis sobrinos, primos, nietos. Mi esposa Nancy Dueñas es la voz principal, mis dos hijos mayores son bailarines, el último es músico. El ochenta por ciento de mi familia vive de esto”, subraya tras revelar que ha sufrido tres infartos debido al exceso de grasa en una arteria del corazón.
“Me han hecho un cateterismo, no paso malas noches, no fumo ni tomo, me alimento con comida sana”, sostiene Campos, quien de niño encarnó a San Martín de Porres en la película Un mulato llamado Martín.
Rony Campos también destaca el esfuerzo y labor de los integrantes externos del grupo.
“Ellos tienen sus propios proyectos, son profesores, empresarios. Perú Negro es un semillero, han salido famosos, como Lucila Campos, Caitro Soto, José de la Cruz, “Guajaja”, Arturo “Zambo” Cavero y Manuel Donayre”, apunta.
Perú Negro es un agrupación independiente, cumple con los beneficios a sus trabajadores, pero no recibe el apoyo del Gobierno.
“Lo que falta es valorar lo nuestro. El artista no puede vivir del arte, hay muchas piedras en el camino. Solo dos personas han ayudado a crecer artísticamente a Perú Negro: el general Juan Velasco Alvarado y Luis Banchero Rossi. Ahora como Marca Perú, Promperú siempre nos apoya y los amigos que tienen pequeñas fábricas, Cristal solo apoya la cumbia. Ahora mismo el Teatro Municipal nos pone muchas trabas”, sentencia.
SHOWS. Perú Negro celebrará 45 años de trayectoria este 16 y 17 de octubre en el Teatro Municipal con contrapunteo de cajones y zapateo, y danzas tradicionales, como el “Toro Mata”.