Arzobispo de Huancayo:  "Si la minería cumple con estándares, bienvenida sea"
Arzobispo de Huancayo: "Si la minería cumple con estándares, bienvenida sea"

Ha habido algunas escaramuzas, respondió el arzobispo metropolitano de Huancayo, Monseñor Pedro Barreto Jimeno, ante la pregunta: ¿otra vez amenazado por defender la vida, la salud y el medio ambiente? En esta entrevista, también reitera la posición de la Iglesia sobre la situación de La Oroya.

- ¿Cómo está su casa común en la región Junín?

- La Arquidiócesis de Huancayo comienza en la provincia de Yauli, una provincia eminentemente minera desde siglos atrás, donde la tierra está mineralizada. Los técnicos dicen que aunque no hubiera explotación, ya el agua tendría algunos residuos de minerales tóxicos, en cantidades, que podríamos decir, permisibles; sin embargo, con la fundición de La Oroya se ha creado un problema grave, no solamente de ecología ambiental, también de ecología social, es decir, la población de La Oroya dependía en un 80 o 90 por ciento de la fundición. Alguien decía que cuando las chimeneas dejen de echar humo, La Oroya se va a quedar desolada por falta de trabajo. Esto es verdad.

- Frente a esta cruda realidad, ¿cuál es la posición de la Iglesia?

- La posición de la Iglesia no es nueva, con el papa Francisco ratifica lo que ya el papa Juan Pablo II y también Benedicto XVI afirmaron en sus servicios como obispos de Roma. Sin embargo, el papa Francisco precisa que de ninguna manera los pobres tienen que ser afectados por este sistema económico que oprime y descarta a aquellos que no están en el poder económico y político, y por eso hay una llamada muy fuerte a los gobiernos para asumir también esta responsabilidad, de poner en primer lugar a la persona humana y no que el dinero gobierne a la persona humana. Aquí hay dos casos muy claros, uno es el de los acreedores de la Doe Run que ahora son dueños de la planta de fundición, y como en la primera licitación no había postores, teniendo ya el permiso del Estado de afectar el aire en 20 microgramos de dióxido de azufre por metro cúbico al día, ellos piden un aumento de esa cantidad, porque lo hacen para poder vender la planta y recuperar su dinero. Es el dinero el que está mandando. Un segundo caso son los trabajadores, a quienes en un comunicado reciente hemos manifestado nuestra preocupación y compartimos sus angustias, sus sufrimientos, pero ellos también quieren trabajar, aún cuando reconocen que van a ser afectados en su salud por estos altos índices de dióxido de azufre.

- Entonces, ¿cuál es la propuesta de la Iglesia?

- Los periodistas me han preguntado siempre ¿cuál es la propuesta de la Iglesia? No tenemos una propuesta, no podemos decir cuál es la propuesta. Entonces me dicen, usted quiere que cierre la planta. Bueno, como en una casa particular, si hay una chimenea que arroja humo tóxico, el padre de familia, la madre de familia, ¿va a permitir que afecte gravemente a sus hijos, permitiendo que ese humo entre en su casa? En ese sentido, si un padre de familia o una madre responsable no permite que su casa se contamine, la casa de La Oroya tampoco debe contaminarse. Es que se quedan sin trabajo, bueno, ahí el Estado tiene que subsidiar, más de 90 años se ha beneficiado directamente de la fundición de La Oroya, de alguna manera ha entrado dinero sucio en sus arcas porque ha afectado la vida y la salud de las personas, no solamente la naturaleza.

-¿Qué hacer entonces, de repente cambiar de actividad económica?

-Si la minería cumple los estándares requeridos para el cuidado de la vida, bienvenida la minería. La Iglesia no se opone a eso. No obstante, la propuesta del cambio es muy viable, porque esto tiene que darse, por ejemplo, en Morococha, depende de la empresa minera, no todos trabajan ahí, no todos son especialistas, entonces viven a expensas de la actividad minera, pero ¿qué va a pasar dentro de 40 años cuando la empresa termine su proyecto?

-¿Puede permitirse límites por encima de los tolerables para que continúe la actividad minera?

- De ninguna manera, yo he recibido la carta de un empresario minero que no está de acuerdo y cita el No.170 de la encíclica “Alabado seas”, donde indica que los países pobres no deben tener los altos índices, estándares internacionales, pero es una interpretación errónea, lo que quiere decir el papa Francisco es que los países pobres no pueden pagar la actitud de los países poderosos que han contaminado la humanidad. De ninguna manera el Papa está refiriéndose a que puede aumentarse el dióxido de azufre porque somos pobres. Esto sería una aberración. Y esto creo que hay que decirlo claramente y el Papa dice los países que se han beneficiado por un alto grado de industrialización a costa de una emisión de gases de efecto invernadero tienen mayor responsabilidad en aportar en la solución de los problemas.

¿Hay más amenazas por seguir defendiendo el medio ambiente?

Hay algunas complicaciones, no quiero generalizar. Lo que sí digo es que la Doe Run, presionaba antes a los trabajadores para la amenaza de muerte no solamente contra el arzobispo, sino con algunas personas cercanas.