Más allá de la irrupción del Frente Popular Agrícola del Perú (Frepap) como una de las fuerzas políticas más importantes del país, hecho que causó gran sorpresa, no hay que dejar pasar por alto el respaldo electoral que tuvo Unión por el Perú (UPP) en gran parte de nuestro territorio nacional. Este partido es impulsado por el “etnocacerista” Antauro Humala (preso por la asonada que tuvo como saldo cuatro policías asesinados en Andahuaylas hace 15 años). Sus candidatos han hecho promesas para resolver de inmediato los problemas no resueltos durante décadas, algunos con solo una consigna: fusilar a los corruptos.

No pocos de los elegidos parlamentarios por UPP exhiben una prédica extremista en busca de cambios radicales para imponer otro sistema diferente al que tenemos hoy. El peligro es que sin respeto a las instituciones tutelares del Estado se erosione nuestra democracia y solo sobrevivan el caos y la anarquía, espantando las inversiones y sumiendo en una crisis la economía.

El país necesita consenso, integración y unidad y no más enfrentamientos entre peruanos. Los nuevos congresistas deben abordar con eficacia y capacidad los grandes problemas para que el Perú ingrese a la senda del desarrollo. Si UPP opera en el Congreso con la única agenda de liberar a Antauro Humala, fusilar a los funcionarios públicos corruptos y cambiar la Constitución, será simplemente un proyecto que plantea una perspectiva de poder y no de forjar un camino común para solucionar las demandas de los peruanos.