Doscientos años de vida republicana no se cumplen todos los días. Tuvimos ayer un 28 de julio peculiar, con un mensaje presidencial que aún genera incertidumbre y cuyas reverberaciones continúan entre la población.
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Desde las primeras horas del día todo giró en torno al cambio de mando. Antes de jurar al cargo, el ahora mandatario Pedro Castillo llegó al Palacio de Torre Tagle -sede de la Cancillería- donde desayunó con su familia y aguardó hasta que le notificaron que en el Congreso de la República ya lo esperaban para su asunción.
En el Palacio Legislativo, en tanto, la titular del Parlamento, Maricarmen Alva, lució la banda presidencial por dos horas en espera del docente cajamarquino, a quien se la entregó luego de que este jurase como nuestro nuevo jefe de Estado.
Por la tarde, el Centro de Convenciones de Lima, ubicado en San Borja, ya estaba preparado para acoger al mandatario. Castillo llegó al recinto acompañado de decenas de sus invitados. Fue el primer día de un quinquenio imprevisible.
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