La polémica más reciente que ha estallado en la cara del Gobierno ha sido la percepción de que se trata de un régimen débil.
El detonante fueron las palabras del ministro de Economía, José Arista, que soltó la frase después desmentida por la propia Dina Boluarte.
Un punto clave de este cuestionamiento es el sometimiento que mostraría el Poder Ejecutivo respecto del Congreso.
Al respecto, una revisión de Correo muestra no solo cifras reveladoras sino el hecho incontrovertible que el Gobierno no observó las autógrafas más nocivas que emitió el Legislativo.
Desde las cifras, se corroboró que observó el 26% de las leyes pero estas igual fueron promulgadas por insistencia por el Parlamento. De un universo de 88 autógrafas, 23 fueron observadas.
Con las otras 63 autógrafas el semáforo se puso en verde y avanzaron sin ninguna dificultad (ver cuadro).
de terror. Pero más que las cifras en sí mismas, lo que asombra es el tipo de leyes que el Gobierno dejó pasar, en apariencia, para no confrontar con el Legislativo.
Un caso reciente es la séptima liberación de los fondos de pensiones de las AFP.
Al inicio varios entendidos y miembros del Ejecutivo cuestionaron la decisión pero la gestión de Boluarte no observó la norma.
Lo mismo ocurrió con la ley que establece la derogatoria de los plazos para la formalización de mineros en proceso de formalización, a través del Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo).
En la gestión de la presidenta Boluarte no se encontró razones para observarla y, en consecuencia, esta fue promulgada a finales de marzo último.
En ese mismo mes también se promulgó la ley que promueve la sostenibilidad de la minería artesanal y de pequeña escala. La propuesta era de Darwin Espinoza (Acción Popular).
En la lista también se encuentra la ley que elimina las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Cuando llegó a las manos del Ejecutivo, pasó como por un tubo. El 18 de enero se promulgó sin contratiempos.
Se hizo lo mismo con la ley que amplía el plazo hasta el 2025 para que docentes de universidades públicas y privadas obtengan sus maestrías y títulos.
Cuando el Parlamento derivó la norma, el Gobierno actuó como mesa de partes.
El año pasado también se aceptó que el Congreso decida liberar el 50% de la CTS de los docentes. La propuesta fue de Alex Paredes, del Bloque Magisterial.
En 2023 también se aceptó la ley de Waldemar Cerrón (Perú Libre) de crear la Universidad Nacional de Carabaya. Además, se accedió a convertir en universidad a la Escuela Nacional del Folklore “José María Arguedas de Lima”.
El Gobierno tampoco se opuso a la norma que amplió el plazo para la presentación de declaraciones juradas y pago del Impuesto a la Renta.
bajo control. Otro aspecto revelador de las fuerzas que ostentan el Ejecutivo y el Legislativo es el control político de este último. Desde que Boluarte asumió, se han presentado 38 mociones de interpelaciones contra ministros de Estado y ocho mociones de censura.
Sobre este último punto se rechazaron las censuras contra Leslie Urteaga (Cultura), tres veces para Rómulo Mucho (Energía y Minas), Óscar Vera (Energía y Minas) y Vicente Romero (Interior).
Las dos únicas que se aprobaron corresponden al mismo ministro, al titular del Interior Vicente Romero, que finalmente fue censurado.
De otro lado, el Gobierno de Boluarte también destacó por sus constantes cambios de ministros. En los 17 meses de gestión se han realizado 38 cambios.
El cambio más reciente se realizó hace un mes en seis carteras a días de que Gustavo Adrianzén pida el voto de confianza en el Congreso.
ANÁLISIS. ¿Tiene razón Arista? ¿Estamos ante un Gobierno débil? Para el profesor del doctorado de Gobierno y Políticas Públicas de la UNI, Carlos Fernández Fontenoy, el Gobierno de Boluarte es bastante débil por tener una desaprobación muy grande.
“Además de lo que muestran las encuestas, la debilidad de la presidenta nace desde el momento en que las bancadas conservadoras del Congreso decidieron perdonarle sus irregularidades cometidas en el Club Apurímac, y ungirla como sucesora de Pedro Castillo. Es desde ese momento en que Boluarte pasa a ser una especie de rehén del Congreso”, indicó.
En diálogo con Correo, consideró que otra razón que explica su debilidad es su incapacidad para presentar planes serios de lucha contra la inseguridad ciudadana, la corrupción y el problema de la salud, entre otros.
Por su parte, el analista Luis Benavente considera que “es un Gobierno bastante débil”.
Desde su punto de vista, hay una serie de elementos que lo demuestran: Los cuestionamientos hacia Boluarte por las investigaciones que afronta, la ausencia de una base partidaria en el Congreso, que no pasa del 10% de aprobación, los cambios constantes de ministros que demuestran inestabilidad y el retroceso de la imposición de visa para los mexicanos por la presión de un grupo de poder.