Lori Berenson, exintegrante del grupo terrorista MRTA, fue expulsada del Perú a la medianoche, dejando atrás una condena de 20 años por terrorismo y un pasado del que se arrepintió tardíamente.
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La neoyorquina de 46 años llegó varias horas antes de su vuelo al aeropuerto internacional Jorge Chávez vistiendo una blusa color guinda, un pantalón negro, con su hijo de seis años en brazos y junto a su abogado y padre del menor, Aníbal Apari. Estuvo custodiada por la policía de extranjería.
En su trayecto a la sala de embarque, algunas personas le gritaron “terruca” -terrorista, para los peruanos- mientras ella caminaba raudamente en medio de un enjambre de cámaras de periodistas. El vuelo con destino Nueva York estaba programado para despegar a la medianoche. Viajan Lori Berenson y su hijo Salvador.
Lori Berenson pasó 15 años en prisión y cinco bajo libertad condicional por haber participado en un fallido plan terrorista de tomar por asalto el Congreso en 1995, no podrá volver a Perú según la legislación que prevé la expulsión de extranjeros incursos en delitos.
“Esta medida de expulsión es aplicada para extranjeros y una vez que salen nunca más pueden regresar al Perú de manera legal”, dijo el procurador para casos de terrorismo, Milko Ruiz.
Lori Berenson vivía lejos del ojo público en un barrio de clase media de Lima, dedicada a cuidar a su hijo, al que tuvo en prisión. Un grupo de personas llegó el miércoles hasta su vivienda, para reclamar su inmediata salida del país.
La expulsión de Lori Berenson reabrió heridas que están lejos de cicatrizar en el que terroristas de Sendero Luminoso y la del MRTA sembraron la muerte y el terror, dejando más de 69.000 muertes entre 1980 hasta su derrota en el 2000.
CASO EMBLEMÁTICO. El caso se volvió emblemático, e incluso la administración de Bill Clinton exigió a Lima un juicio imparcial, durante el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000).
Lori Berenson vivía bajo libertad vigilada desde noviembre de 2010 cuando aplicó a una reducción de sentencia por buena conducta al cumplir tres cuartas partes de su condena. La justicia la dejó libre obligándola a permanecer en Perú cinco años hasta completar la sentencia.
Su abogado Apari aseguró a la agencia de noticias AFP que al cumplir la condena no hay impedimento para que ella abandone Perú.
Excepcionalmente en diciembre de 2011 viajó a Nueva York, su ciudad natal, por dos semanas, gracias al permiso de una corte judicial peruana.
Su caso se hizo conocido internacionalmente desde 1996 por la cruzada que llevaron a cabo sus padres en internet y medios de prensa de su país pidiendo un nuevo juicio.
Lori Berenson fue condenada en 1996 a perpetuidad por delito de terrorismo y traición a la patria por un tribunal militar sin rostro (encapuchado), bajo el marco de severas leyes antiterroristas.
La presión internacional llevó su caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que recomendó un nuevo juicio en 2002, donde se revisó la condena y se le impuso 20 años, contados desde 1995.
DEL TERROR AL PERDÓN. Berenson fue detenida el 30 de noviembre de 1995 por ser cómplice en los planes del MRTA de tomar la sede del Congreso. Su captura y la del líder del MRTA, Miguel Rincón, desbarató el asalto, pero un año después, el 17 de diciembre de 1996, el MRTA tomó la embajada del Japón en Lima con más de 600 personas, en lo que se convirtió en la toma de rehenes más larga de América Latina: 125 días.
El 9 de enero de 1996 la policía presentó a Lori Berenson con los integrantes del MRTA implicados en el abortado ataque. Ahí se mostró desafiante y lanzó consignas a favor de la lucha armada en Perú. Esa intervención la lapidó.
En mayo de 2010 Lori Berenson pidió “perdón a las personas que fueron afectados por mis palabras o por mis actos”. “Lo lamento profundamente y me arrepiento de esto si mi venida al Perú ha significado un daño”, afirmó. Admitió haber integrado el MRTA aunque recordó que nunca fue “dirigente, militante ni participó en hechos de violencia ni de sangre”.
En el fallo que la dejó libre en noviembre de 2010 influyó la renuncia al terrorismo hecha por Lori Berenson, quien “consideró que la violencia del MRTA ha sido nociva para la sociedad peruana”.
La estadounidense había llegado a Perú en 1994 procedente de América Central, donde había sido una activista de derechos humanos en El Salvador.
El MRTA fue derrotado en el año 2000. La mayoría de sus dirigentes murieron y su fundador, Víctor Polay, cumple condena a perpetuidad en Perú.