El aneurisma en el cerebro ocurre cuando hay un área debilitada en la pared de un vaso sanguíneo. Puede estar presente desde el nacimiento (congénito) o aparecer en el transcurso de la vida, como después de la lesión a un vaso sanguíneo.

Los factores de riesgo comprenden desde antecedentes familiares hasta hipertensión arterial. Aunque muchas veces un aneurisma es asintomático, pueden desencadenar molestias dependiendo de su ubicación. Por ejemplo, cuando ejerce presión sobre estructuras cercanas al cerebro o se rompe. En ese caso, causa sangrado, problemas de visión, cefaleas, dolor de ojo, en el cuello, etc.

Un dolor de cabeza intenso y repentino puede ser un signo de que se haya desencadenado un aneurisma, así como letargo, somnolencia, entumecimiento, problemas con el habla, cuello rígido y visión doble. Cuando esto sucede se recomienda una neurocirugía.

Técnica. Al respecto, el doctor Rolando Ortega Cruz, de la Clínica Ricardo Palma, explica que existe ya una nueva técnica que consiste en implantar una malla tubular de finas fibras metálicas dentro de la arteria para modificar la dirección del flujo de sangre en volumen y presión y así evitar que se introduzca directamente dentro del aneurisma. Así, se orienta el flujo arterial en sentido del vaso normal, dando oportunidad a un autosellado mediante la formación de un trombo (coágulo) en el cuerpo del aneurisma hasta que el defecto de la pared arterial sea superado, así, el paciente queda curado.

Este procedimiento dura entre 2 a 3 horas. El neurocirujano endovascular afirma que este método -que se llama 'técnica de prótesis intravascular cerebral derivador de flujo', simplifica la agresividad quirúrgica convencional, pues disminuye el número de complicaciones y permite conservar la arteria principal y las ramas colaterales que estén en relación al aneurisma.