Cualquier persona puede sufrir un accidente cerebrovascular (ACV), también conocido como ‘derrame cerebral’, y las cifras lo demuestran.
A nivel mundial, este trastorno afecta a más de 15 millones de personas cada año y, de ese total, el 60 por ciento de los pacientes queda con alguna secuela, lo que convierte a los ACV en la principal causa de incapacidad en el mundo, según fuente de la OMS.
En el Perú el panorama no es muy diferente. Según el último reporte del Ministerio de Salud (Minsa), los ACV también se encuentran entre las principales causas de fallecimiento por patologías.
¿Qué es un ACV o accidente cerebrovascular?
El doctor Carlos Abanto, presidente de la Sociedad Peruana de Neurología, explica que un accidente cerebrovascular ocurre cuando se detiene el flujo sanguíneo a una parte del cerebro, lo que ocasiona que no pueda recibir oxígeno. “Dado que el cerebro controla las funciones vitales, con este trastorno el paciente puede sufrir desde alteraciones leves y temporales hasta lesiones permanentes y discapacitantes. E incluso fallecer en los casos más graves”, señala.
Síntomas de una ACV
Los principales síntomas de los ACV son dificultad para hablar, parálisis de la cara o de las extremidades, dolor de cabeza, inconvenientes para caminar, entre otros.
“Ante la presencia de estos signos, se debe llevar al paciente al centro de salud más cercano para que sea atendido lo antes posible”, agrega Abanto.
El especialista afirma que el 90% de los accidentes cerebrovasculares se pueden prevenir con un estilo de vida saludable y activo, además de mantener una alimentación balanceada. Mientras que el riesgo se incrementa si se padece de hipertensión, diabetes, altos niveles de colesterol, tabaquismo, obesidad, sedentarismo, o si se consume alcohol en exceso.
Depresión principal factor de un ACV
Por su parte, el médico neurólogo de la Clínica Anglo Americana Wenzel Dueñas resalta que la depresión es el principal factor que limita la recuperación y rehabilitación de una persona que ha padecido un accidente cerebrovascular.
“Quienes sobreviven a un ACV necesitan tratamiento psiquiátrico para hacer frente a la depresión, la ansiedad, la apatía y la fatiga: trastornos mentales que intervienen en el comportamiento y las emociones del paciente”, explica.
En tal sentido, aconseja a los familiares estimular al paciente para que participe en actividades cotidianas, que socialice con amigos y, cuando sea posible, intentar que la persona se readapte a su vida profesional.