Por el número de pacientes infectados con hepatitis, y por los que están en riesgo de contraerla, el Perú es considerado como uno de los países cuyos habitantes tienen tendencia intermedia a padecer la enfermedad.

Este mal, que ataca al hígado mediante los virus hepatotropos, se presenta en las variantes A, B, C, D y E. De estas, las tres primeras registran mayor cantidad de infectados.

En este contexto, en el Día Mundial de la Hepatitis, celebrado ayer, es pertinente analizar la realidad de esta dolencia.

Las regiones con mayor cantidad de casos de infectados viven en la cuenca amazónica del Perú oriental, que incluye los departamentos de Ucayali, Loreto, Madre de Dios y San Martín, así lo informa Carlos Benites Villafane, coordinador nacional de la Estrategia Sanitaria de Infecciones de Transmisión Sexual, VIH y Hepatitis B del Ministerio de Salud.

Al respecto, Edgard Ruiz, vocero de Neko, menciona que en algunas comunidades de la selva, el 70% de sus pobladores están infectados. Niveles altos de la misma enfermedad también se observan en la sierra peruana.

La hepatitis C se contagia de la misma forma que la B; y la D es una variante de esta, explican los especialistas.

"Una gripe, decaimiento, falta de apetito o diarreas son su único indicador", sostiene Ruiz.

El alto porcentaje de pacientes que sufrieron la dolencia hepática se constata con análisis a los que se los somete de adultos. "Hay marcadores que indican que un adulto estuvo expuesto al virus y se han recuperado de manera satisfactoria", dice Benites.

Ruiz advierte que el mayor riesgo de la más común de las hepatitis es la encefalopatía (disfunción cerebral) o las formas colestáticas. El primero es más común en niños y es causa de muerte. La segunda prolonga la ictericia (el color amarillo) hasta por seis meses.

Esta enfermedad, que se transmite por el consumo de alimentos contaminados con heces que contienen el virus, se evita con el lavado de manos. Una acción que también elimina el contagio de otros males.