La incertidumbre invade a las personas con ansiedad. Tienen pensamientos catastróficos ante simples hechos. Para ellas, un ruido nocturno representa el ingreso de un delincuente que le hará daño a todos los habitantes de la casa.
Estas manifestaciones exageradas, llamadas de forma común como nervios, deben ser tratadas en cuanto se empiecen a observar en los niños. Un tratamiento oportuno evitará que este trastorno se desencadene en la incapacidad de relacionarse con los demás.
Los niños con ansiedad hablan poco, lloran mucho, mojan la cama o sufren de alergias, menciona Noriega. Añade que comer en demasía es otra de sus manifestaciones.
"En el colegio pueden ser retraídos o agresivos. Están pegados a la maestra y les preguntan en todo momento cómo deben hacer los trabajos escolares", afirma Noriega.
"Si soy una mamá que transmito peligro, de hecho mi hijo desarrollará ansiedad. Si le transmito mensajes de discapacidad, como 'deja hijito. Tú no puedes', le va a generar inseguridad y luego ansiedad", menciona Noriega.
Advierte que los mensajes que transmiten peligro son "cuidado. Fíjate" o "no salgas". Mientras que los que indican minusvalía son "ven hijito. Yo te ayudo, mi amor". "Esto quiere decir yo puedo hacerlo, tú necesitas ayuda", destaca la sicóloga.
A los padres, Noriega les sugiere emitir mensajes que destaquen que sus hijos son capaces de hacer sus tareas o quehaceres domésticos. Los profesores deben hacer lo mismo en el colegio, sugiere la sicóloga.
Observa que hay dos tipos de profesores que son opuestos por su trato a los estudiantes, pero que causan el mismo daño. Unos son los castigadores, quienes con sus mensajes les dicen a sus alumnos que son incompetentes. Otros son los sobreprotectores y dicen frases que disminuyen al menor.
"Los profesores deben transmitir seguridad, afecto y firmeza. Entendido todo ello desde el amor total", afirma Noriega. El objetivo es que el niño crezca con una adecuada salud emocional.