El Alzheimer es una enfermedad progresiva que comienza a manifestarse con una pérdida leve de memoria o la incapacidad de mantener el hilo de una conversación. El deterioro es progresivo, hasta que avanza hacia áreas como el lenguaje, la capacidad de cálculo y el sentido de la orientación, impidiendo que la persona realice con normalidad sus actividades cotidianas.
“Aunque aún no se sabe con certeza qué causa la enfermedad de Alzheimer, las investigaciones han identificado dos factores de riesgo: la edad y la genética”, indica Hugo Umeres Cáceres, neurólogo de Clínica San Felipe.
En cuanto a la edad, la probabilidad de desarrollar esta afección aumenta a medida que la persona envejece, y se desarrolla normalmente luego de los 60 años. Se estima que el 5% de las personas entre los 65 y los 74 años lo padecen, cifra que se incrementa a casi el 50% en los mayores de 85 años.
Con respecto a la genética, una forma poco común de la enfermedad de Alzheimer puede afectar a pacientes menores de 60 años, pero no afecta a más del 5% de los casos. Los estudios indican que, en su mayoría, la enfermedad se encuentra en el árbol familiar.
Aunque aún no existe una estrategia probada para prevenir el Alzheimer, sí existe evidencia sólida de que varios factores relacionados con un estilo de vida saludable, pueden tener un efecto positivo en la reducción del riesgo de padecer esta enfermedad.
Entre estos factores se incluyen la actividad física regular, una alimentación sana y el mantenimiento de la actividad cerebral a través del aprendizaje permanente.
El ejercicio físico es una parte importante de un estilo de vida saludable y algunos estudios indican que puede mejorar la agilidad cognitiva. Algunas investigaciones indican que ejercitar nuestro cerebro mediante actividades como la lectura, el aprendizaje de un instrumento musical o jugar ajedrez, puede ayudar a proteger a las personas del deterioro cognitivo.
Una lesión cerebral por traumatismo (golpe o fractura) generado durante tareas militares o actividades deportivas, quizás puede estar asociado con Alzheimer. El riesgo aumenta si la lesión implicó la pérdida de consciencia, o si el paciente ha tenido múltiples lesiones en la cabeza por la práctica de deportes de contacto sin la protección necesaria.
Dormir mal, no dormir lo suficiente o dormir pero no descansar tiene graves consecuencias en el bienestar del organismo, tanto a nivel orgánico como en su rendimiento. Un buen descanso es sinónimo de salud, por lo tanto, es imprescindible dormir bien para prevenir deterioros cognitivos.
Este aspecto de la prevención implica la interacción de los profesionales de la salud, familiares y amigos. Evitar aislar a las personas mayores y ayudarlos a mantenerse activos es una labor que compete a todos en la prevención del Alzheimer.