David Krall, maratonista, que reside en Estados Unidos salió a realizar actividad física junto a su schnauzer. Dicha salida marcaría la vida de Krall ya que no era consecuente de todo lo que podía pasar tras la mordida de su propia mascota.
El deportista le comentó a Becky, su esposa que saldría con el perro, al salir su mascota tuvo una pelea con otro perro. Él trató de separarlos y su can lo mordió causándole una herida en su muslo.
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Cuando llegó a su hogar solo se lavó la herida con agua y jabón y utilizó una crema antibacterial. En la cena se lo comentó a su esposa, pero creyó que nada iba a pasar. Al otro día él acudió a un hospital donde solo le dieron una inyección antitetánica para evitar alguna infección.
PROBLEMAS. Todo fue mal cuando al otro día, mientras trabajaba le pidió a su esposa que lo recogiera del trabajo. Ella acudió a su llamado ya que pensó que la herida se había infectado. Al llegar al hospital le dijeron que vayan a otro llamado hospital universitario de Kentucky. Al llegar Becky fue a su casa porque sus mascotas estuvieron solos por más de 13 horas. Cuando regresó solo se llevó a David ya que él no había podido comentar todo lo que pasó.
Al otro día fueron al médico, es ahí donde el médico le comenta que Krall está muy muy enfermo y que quizá no resista de ese día.
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¿Qué fue lo que pasó? pues David no tenía bazo, un órgano vital para el sistema inmunológico y los médicos creían que podía ser una meningitis o una capnocytophaga canimorsus, una bacteria que afecta en mayor grado a las personas sin bazo.
David pasó 11 días en coma, le tuvieron que amputar tres dedos del pie y perdió la audición en su totalidad. Si él hubiera tenido mayor cuidado quizá se pudieron haber omitido todo lo que pasó después.
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