La atención de la salud emocional es un pilar para el desarrollo integral, que no solo debe tomarse en cuenta desde la etapa adulta, sino desde los primeros años de vida.
Rommy Rios, gerente de la Fundación Baltazar y Nicolás, explica que cuando los niños no aprenden a expresar sus emociones de manera adecuada, pueden experimentar una serie de consecuencias negativas. Por ejemplo, en el Perú, el 53.3% de las niñas y niños con problemas emocionales presentan síntomas somáticos, como problemas estomacales o dolores en alguna parte del cuerpo, según la investigación sobre “Factores asociados a la salud emocional infantil”, realizada por el Laboratorio Social de la Fundación Baltazar y Nicolás.
“La investigación muestra que la salud mental de los padres tiene un fuerte impacto en la salud emocional de los niños. Mientras más altos sean los índices de estrés, depresión y ansiedad en los padres, los niños son más propensos a tener problemas emocionales. Esto trae consigo una serie de complicaciones en la salud del niño, tanto mental como física. En general, no se nos enseña a expresar nuestras emociones abiertamente”, sostiene la especialista.
Un ejemplo de la vida cotidiana, cuando un niño se cae, lo primero que le decimos “no se llora, tú eres valiente” o cómo cuando quiere algo y lo vemos enojado “¿por eso, te vas a molestar? no seas malcriado”. Con todas esas censuras, los niños no saben identificar lo que sienten y mucho menos comunicarlo adecuadamente; siendo que estos niños crecen con temor que se puedan enojar o defraudar a los adultos, lo que conlleva a que más de la mitad expresa esta situación mediante síntomas somáticos, como problemas estomacales y dolores en distintas partes del cuerpo, agrega Ríos.
Esta situación se agudiza si se tiene en cuenta que el 59.7% de niños y niñas con problemas emocionales, se muestran miedosos o nerviosos, y el 77.4% muestran irritabilidad, caracterizada por comportamientos como quejarse, demandar o hacer berrinches, de acuerdo con el referido estudio. La acción clave es ayudar a las niñas y niños a gestionar sus emociones, para evitar problemas de autoestima, y posibles trastornos de salud mental, agrega la especialista.
Finalmente, Ríos destaca la relevancia de establecer programas de apoyo psicológico para las familias, promoviendo entornos seguros y amorosos, fomentando estrategias saludables para manejar el estrés y la ansiedad. Por ejemplo, nuestro Programa de Salud Mental (SAME) ofrece sesiones grupales virtuales gratuitas a madres y cuidadoras vulnerables, proporcionando una red de apoyo y contención para ayudarles a desarrollar herramientas para enfrentar y reducir sus niveles de estrés y ansiedad. Estamos convencidos que para llegar al niño, debemos asegurar que tenga adultos sensibles, que reconozcan sus emociones, las regulen y sean empáticos frente a las emociones de los demás, incluyendo la de sus propios hijos.
Cabe resaltar que este estudio se basó en datos recopilados durante la 7ma ronda de la Evaluación Continua del Impacto de la COVID-19 en niñas y niños menores de 6 años (ECIC-19) en el año 2021. Además, se realizó a través de un análisis denoscriptivo y econométrico y que se consideraron principalmente las características sociodemográficas de los niños, las características sociodemográficas y de salud mental de la madre y/o el padre, y las características del entorno.
Conoce más de la investigación sobre “Salud emocional infantil”