A 4370 metros sobre el nivel del mar todo es escaso, empezando de la vegetación, la ganadería, la misma gente, que migra con más fuerza desde hace décadas, y hasta las esperanzas de progresar sobre esos suelos.
La comunidad puneña de Charcahuallata se ubica allí en la tundra, entre las provincias de Melgar y Carabaya, con una población dedicada, mayormente, a la crianza de alpacas y a una agricultura incipiente que apenas alcanza para llenar la olla.
El territorio está diferenciado en dos zonas, la primera que está compuesta de la parte alta de la cordillera de Carabaya, que constituye básicamente una cabecera de microcuenca.
La otra es una zona conformada por planicies que presentan relieve plano donde las aguas superficiales se infiltran y afloran en época de lluvia formando bofedales.
Pese a las actuales desventajas, la crianza de alpacas es la actividad más rentable para los lugareños, ya que la agricultura está diseñada para el ámbito familiar y criar diferente tipo de ganado a los camélidos podría en riesgo cualquier inversión.
Sin embargo, a consideración de la vocera del Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (Desco), Milagros Aguilar Calla, la eficiencia para la producción de camélidos sudamericanos era poca hasta antes del año 2010.
PROYECTO. ¿Qué pasó ese año? La empresa minera Minsur, que explota zinc en esta zona, dio luz verde para financiar el proyecto “Desarrollo Sostenible y Mejoramiento Genético de Alpacas en los distritos de Antauta y Ajoyani- Promega”, lo que ha servido para construir el fundo experimental de Charcahuallata.
La empresa minera no ejecuta el proyecto directamente, para eso, ha encargado a Desco que ya ha mostrado éxito en sus proyectos en otras zonas altas de la región Puno.
“La diferencia de este fundo, a comparación de otros, es que nosotros hemos desarrollado todo con el mismo material y condiciones que los criadores”, explica Milagros Aguilar.
Y efectivamente el fundo no es pomposo en infraestructura. Tiene en la actualidad 142 hectáreas de cerro y laderas, en promedio lo que tienen también los productores alpaqueros de este lugar.
Además, la construcción de sus canchones, viviendas y cobertizos se hicieron con adobe del mismo lugar. “La idea es que los productores vean que no necesitamos traer muchas cosas, ni tener mucho dinero para mejorar”, insiste la vocera de Desco.
MEJORAS. Durante los últimos cinco años, el fundo Charcahuallata se ha dedicado a aportar directa e indirectamente en el desarrollo ganadero de los distritos se Antauta y Ajoyani. En el caso de la crianza de alpacas se muestran mejoras a simple vista.
Por ejemplo, de los 150 animales con que se empezó el proyecto, ahora tienen 250 ejemplares cada vez más seleccionados. “La fertilidad ha subido del 65% a 90%, la natalidad estaba en 70% y ahora tenemos 83%, el peso de la cría era en promedio de seis kilos y ahora se mantiene en 7.8”, afirman los técnicos veterinarios a cargo del monitoreo de este proyecto.
Por supuesto, las mejoras han significado esfuerzo y aplicación de varias técnicas para la crianza de las alpacas.
AGUA. Algo básico es la correcta administración del agua, en Charcahuallata existen ojos de agua en las laderas de los cerros, pero la mayor parte de los pobladores no aprovecha y deja correr ese recurso, por eso el fundo decidió implementar una estrategia de cosecha de agua, la cual consiste en construir pequeños reservorios en las zonas altas para, mediante tuberías baratas, dirigir el líquido hasta los animales o para regar el pasto.
Una técnica aparte es abrir zanjas en las faldas de los cerros, de manera que se guía el agua hasta zonas donde el productor decide cultivar pasto. Por increíble que parezca, varias partes de los cerros de Charcahuallata han reverdecido, los más beneficiados con esto son los animales que encuentran comida y, claro, también los productores que rentabilizarán más su actividad.
Para evitar la afectación de la nieve y heladas que son usuales en estas zonas, los criadores aprendieron a construir pequeños huertos en donde no solamente cultivan fruta y hortalizas, algunos han optado por sembrar avena aprovechando los microclimas, avena que luego convierten en heno y lo almacenan para épocas de vacas flacas.
“Cuando cae nevada, el Gobierno envía ayuda, pero llega muy tarde, los animales no tiene qué comer, por eso mueren”, narra doña María, dedicada a cuidar las 250 alpacas del fundo Charcahuallata.
El almacenamiento de la comida ha sido esencial para mantener con vida al ganado. Milagros Aguilar Calla, de Desco, nos dice que la gente ya está comprendiendo que no todo lo pueden esperar del Estado.
GENÉTICA. Los técnicos de Desco están convencidos que asegurar la comida es insuficiente, en realidad todo ese esfuerzo requiere complementarse con los métodos de reproducción para el mejoramiento genético.
A diferencia de otros ganados, en el alpacuno aún no es posible realizar técnicas como la inseminación artificial. “Aún no se ha logrado un protocolo para la criogenización”, refiere un entendido en la materia del Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA).
La mejor opción para los criadores de alpacas es mejorar las técnicas de empadre y selección. Para ello han construido corrales de alambres en donde hacen el cruce.
“Los primeros días ha sido difícil, pero las alpacas luego se acostumbran, se vuelven mansas, se dejan llevar a los corrales...llevamos registros, mis hijos y mi esposo me apoyan por las mañanas para hacer empadre controlado”, afirma la señora Arcadia Trujillo Laza, plantelera (criadora líder) de SPAR Ajoyani.
Por su lado, el productor de Santa Isabel del distrito de Antauta, Edgar Guerra, opina: “en 2012 hemos trabajado en el empadre controlado con tres machos de forma rotativa. He hecho empadrar 30 hembras, 26 están preñadas. Este año también tengo 50 crías para reemplazo. Por eso los huarizos ya voy a ir eliminando”.
A TRABAJAR. Los pobladores de los distritos de Antauta y Ajoyani saben que el fundo Charcahuallata es un ejemplo a seguir. Las mejoras han sido considerables, hace años una alpaca podía venderse en un promedio de 800 nuevos soles en estas tierras, ahora el precio bordea en los tres mil soles.
El reto ahora es que Charcahuallata se convierta en un proyecto autosostenible, pues existe el peligro de que una vez terminadas las operaciones mineras de Minsur también pueda desaparecer.