Epigenia Meza Paez: Una mujer rondera y de armas tomar 
Epigenia Meza Paez: Una mujer rondera y de armas tomar 

En tiempos de Sendero Luminoso, el papel de la mujer fue importante. Eran tiempos de violencia política que las huestes terroristas atacaban a las mujeres sin piedad para mermar a los hombres. Una de esas mujeres fue Epigenia Meza Páez, quien se levantó en armas para luchar –junto a 100 mujeres más de su comunidad- contra el terrorismo que asolaba el distrito de Quilcas (Huancayo). En el Día Internacional de la Mujer, rendimos homenaje a través de esta mujer a las miles de luchadoras que lograron, con arma en mano, consolidar la pacificación de la patria.

¿Por qué te decidiste a integrar las rondas campesinas? 

Aprendí a disparar con escopeta y usar hondas, la guerra era total y teníamos que defendernos varones y mujeres. Había varios varones en las rondas, pero las mujeres éramos las más aguerridas. No había quién nos defienda y cuando el Ejército llamó a integrar las rondas, me presenté como voluntaria. Es así que llegué a liderar rondas campesinas de más de 500 integrantes durante la década de los 90.

¿No recibiste amenazas de muerte de Sendero Luminoso?

Claro, recibió varias amenazas de muerte. Mi sobrino, Luis Dávila, siempre tuvo miedo por mis familiares, temía también por mi vida y no quería que continúe, pero yo seguí, más era el cariño hacia mi tierra. Felizmente nunca me pasó nada y pudimos vencer al terrorismo, pero por mucho tiempo tuve que andar con dos ronderos más a mi costado.

¿Y cómo fue que te convertiste en lideresa de tu tierra? 

Es que me forjé en las rondas, luego, logré ser regidora del 93 al 95, también me eligieron presidenta de Apafa de cuatro instituciones diferentes y presidenta nacional del programa de mujeres ‘Yachaq Mama’. Actualmente soy presidenta de la Junta de Agua y Saneamiento de Quilcas. Agradezco a la gente de mi pueblo por todo el apoyo.

¿Cuál es tu mejor anécdota durante esta etapa de tu vida? 

Por ser considerada como lideresa de mi tierra, en 1998 pude viajar a Nicaragua, donde conocí a la ganadora del Premio Nobel de la Paz de 1991, Rigoberta Menchu, una mujer que me pareció un ejemplo digno de imitar. Ahí me di cuenta que las mujeres son líderes naturales

¿Fueron difíciles tus primeros pasos para liderar como mujer?

Mire, solo estudié la primaria hasta el quinto grado. Mi papá y mi hermano mayor decían: “a la escuela van para que aprenden a mandar cartas a sus enamorados”. Por ese motivo no culmine la primaria. Me enamoré de un hombre, a los 15 días de enamorados me pide matrimonio, él trabajaba de vigilante, en ese entonces en Centromin. Posteriormente estuve siete años en Cerro de Pasco; mi esposo se ve obligado a organizar a los policías particulares, para pedir igualdad de salarios con los mineros; aquí fue donde reflexioné, y me forme como líder, vi cómo eran explotados los trabadores y formé el Comité de Damas.

¿Tuvo una infancia difícil, cómo fue su situación familiar? 

Las mujeres somos marginadas, pero yo me hago escuchar, hablando aunque sea “mote con cancha” como me decían: “esa mujer no sabe lo que habla”. Yo sí me he dejado entender, aunque diga como sea. Mi esposo seguía siendo dirigente en Morococha, venía mareado, disgustado a la casa, me buscaba pelea, me pegaba, me trataba mal, y encima estaba con otra mujer. Me separé, me dediqué a vender mis chupetes, para sustentar a mis cinco hijitos.

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