Un indígena awajún se incorpora a la FAP por primera vez
Un indígena awajún se incorpora a la FAP por primera vez

Omero Puancha Chijiap nació en la comunidad nativa Chingamar, en Nieva, Condorcanqui, en la región Amazonas. Es awajún y el primero en la Fuerza Aérea del Perú (FAP). Acaba de ingresar a la escuela de suboficiales, es comando especial, ha sido entrenado y capacitado en operaciones de paz y en el 2014 integró el contingente peruano de los Cascos Azules destacado en Haití.

En diciembre será suboficial de tercera de la Fuerza Aérea del Perú. Es el deseo que marcó su infancia y que su juventud hará realidad. Quedaron atrás sus sueños de cruzar los cielos amazónicos en avión, cazar zúngaro a orillas del Marañón después de la escuela o ver a su padre desaparecer en un bote lleno de soldados que lo recogían para que los guiara por los vericuetos del Cenepa.

Se le encogía el corazón cada vez que lo veía alejarse por el río. Por esos recuerdos, por ser como su progenitor, un maestro awajún que le inculcó emprender grandes retos, a los 18 años decidió volar, dejar el nido familiar libre y silvestre para ir en busca de su destino en la gran capital.

Llegó a Lima sin pizca de miedo, porque la certeza de ser aviador lo blindó contra la tristeza o el terror. Se presentó al servicio militar voluntario en 2010, y en los dos años que duró su inicial formación destacó notablemente. Así lo recuerda el oficial Manuel Gayoso, quien conoce la historia de este empeñoso joven amazónico.

Los ojos de Omero destellan cuando recuerda su primer salto en paracaídas, más emocionante que viajar en avión, afirma, el curso básico de operaciones especiales o el entrenamiento para operaciones de paz. Los momentos más importantes de su carrera militar aparecen como instantáneas a todo color.

HASTA LAS ESTRELLAS. Acaba de ingresar a la escuela de suboficiales y en diciembre concluirá su formación especializada. A partir de 2017 empezará su carrera militar. Él sabe que este año cierra una etapa de su vida para empezar otra. “Estoy a poco de cumplir mi meta, lo tengo en la mano y no lo puedo dejar pasar”, comenta.

El soldado “Puanchex” (ese es su nombre de guerra) sabe que servir a su patria en la FAP es una oportunidad para demostrar todo lo que aprendió de su pueblo awajún y la selva amazónica. Porque ser tenaz para enfrentar desafíos, trepar por los árboles, correr sobre la hierba salvaje, pescar de día y noche lo moldearon para la vida militar, sin saberlo.

“Me siento orgulloso de mi pueblo, de haber andando pata en el suelo por los caminos sin fin de mi comunidad. Allí me enseñaron a ser disciplinado y mi vocación de servicio la conservo desde niño”.

De no haber sido por una nueva política de inclusión en la Fuerzas Armadas, Omero no estaría cumpliendo su sueño. Reengancharse a la FAP luego de terminar su servicio militar voluntario, cambió su vida. El primero fue en el 2012 y el segundo, dos años después. Se capacitó para ingresar a la escuela y lo hizo en el primer lugar.

“El Perú me dio todo, y por el Perú estoy dispuesto a hacer todo lo que requiera. Elegí esta carrera y sé de sus riesgos”. Omero no vive ninguna odisea, sino la cosecha de su esfuerzo y dedicación. Larga vida para él.

HOJA DE VIDA. Al concluir su servicio militar voluntario en la FAP, estudió en el Centro de Entrenamiento y Capacitación para Operaciones de Paz (2014).

Ese año formó parte del contingente peruano de los Cascos Azules y lo destacaron a Haití.

En 2015 llevó el curso de Defensa y Operaciones Especiales en la Escuela de Comando de Vítor. Es comando especial.

“El Perú me dio todo, y por el Perú estoy dispuesto a hacer todo lo que él requiera.”

TAGS RELACIONADOS