Tiempo atrás, las actividades de las mujeres eran limitadas, así como el derecho al sufragio, el estudio, el trabajo y más funciones. Una de estás, era el arte de escritura. Saber leer y escribir era un poder donde eran pocos los privilegiados y en mayoría eran hombres. A raíz de esto, muchas mujeres que tenían el don de escribir, con el afán de publicar sus libros, no tuvieron otra opción que firmar bajo el seudónimo de un nombre masculino.
1. J.T. Leroy
Jeremiah Terminator Leroy publicó su primera novela titulada Sarah en 1999 para convertirse no sólo en un 'autor' famoso sino en toda una celebridad de la movida cultural y artística neoyorkina. Sus libros autobiográficos en los que la drogadicción y la prostitución daban cuenta de una vida difícil hicieron de este joven autor popular de los noventa. En el 2005 se descubrió que la verdadera escritora de las 4 novelas que lo lanzaron a la fama era Laura Albert, una mujer de 41 años. Ella confesó que creó a este personaje de un joven escritor desdichado -que encuentra en la literatura el refugio perfecto- porque estaba convencida de que nadie querría leer los libros de una cuarentona.
2. Las hermanas Brontë
En 1847 se publicó Jane Eyre, la autoría de la obra estaba a nombre de Currer Bell, un seudónimo literario que ocultaba la identidad de quien había escrito una de las mejores novelas románticas de la literatura inglesa. Luego se supo que la escritora era Charlotte Brontë con el seudónimo de Jane Eyre, un éxito literario que hoy en día es considerado un clásico de la literatura. Emily y Anne, las dos hermanas de Charlotte, también tuvieron que recurrir a seudónimos masculinos para poder publicar sus obras: Cumbres borrascosas y Agnes Grey.
3.George Sand
En este caso, Amandine Dupin, antes de cumplir 30 años, esta joven francesa se cambió el nombre para su debut literario en 1831. Pasó a llamarse George Sand. Su inicio en las letras coincidió con su divorcio y con una nueva apariencia: George usaba ropa masculina para moverse con libertad por París y para que se le permitiera entrar en espacios públicos reservados para hombres y en los que el ingreso de mujeres era algo prohibido. Aunque no dejó de usar prendas femeninas, sólo las llevaba puesta en algunas reuniones sociales.
4. George Eliot
Mary Anne Evans decidió publicar su primera novela en 1850, bajo el nombre de: George Eliot. De igual manera que había ocurrido con las hermanas Brontë -Charlotte, Anne y Emily- Evans creía que ese seudónimo haría que su obra fuese tomada en serio. Por ese entonces pocas mujeres escritoras publicaban con sus nombres verdaderos por temor a que sus escritos no fuesen valorados en sí mismos y pasen a ser catalogados como textos inferiores sólo por haber sido escritos por una mujer.
5. Colette
Sidonie Gabrielle Colette se casó en 1893 a los 20 años con el escritor Henry Gauthier Villars, un hombre 15 años mayor que ella. Su esposo al notar el talento literario de la joven le pidió que escribiera una serie de novelas inspiradas en los recuerdos que ella tenía de su niñez y su adolescencia, la cual se titularía Claudine y sería firmada por Gauthier. La primera obra fue considerada un fenómeno editorial y Gauthier se llevó los elogios. Luego de más de una década en un matrimonio infeliz, Colette decidió divorciarse de Gauthier y al año siguiente publicó Diálogos de animales, el primer libro firmado por ella.
6. Fernán Caballero
En la España de ese entonces no era fácil publicar bajo el nombre de una mujer y por eso Cecilia Böhl de Faber y Larrea quiso publicar sus primeras novelas como Fernán Caballero. Su padre le había dicho que no perdiera el tiempo escribiendo porque esa era una labor masculina y que las mujeres no tenían la capacidad intelectual para hacerlo. Pero nada pudo evitar que ella, aún oculta bajo su seudónimo, se convirtiera no sólo en una de las pioneras de la narrativa femenina española sino también en la dueña de un brillante legado periodístico.
7. Caterina Albert
Su obra titulada La infanticida (1898) fue suficiente para que Caterina Albert supiera más del conservadurismo y el sexismo que caracterizaba al mundo editorial de su época. Esta obra suya fue duramente criticada debido al polémico tema que abordaba sumado al hecho de que era una mujer quien lo había escrito. Fue entonces que Albert continuó escribiendo pero haciendo uso del seudónimo Víctor Catalá, con el fin de ocultar su verdadera identidad y no ser víctima de las críticas despiadadas de sus contemporáneos.
8. J.K. Rowling
En los 90 Joanne Rowling era una madre soltera sin trabajo. En ese mismo año terminó de escribir su primera novela: Harry Potter y la piedra filosofal. La editorial que publicó el libro, convencida de que el público infantil y adolescente no estaría dispuesto a comprar un libro escrito por una mujer, la empresa le pidió que empleara un seudónimo que ocultara su género.
Pero esa no ha sido la única vez que Rowling ha usado un seudónimo, la popular escritora decidió al año siguiente publicar su segunda novela para adultos bajo el nombre de Robert Galbraith. Meses después, tras tener buena acogida, J.K. Rowling decidió reconocer públicamente que era ella la autora de la misma.