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1. Hay que hacer un presupuesto, y cumplirlo. De su elaboración se obtiene información sobre lo que se ingresa cada mes en el hogar y lo que se gasta. Recortar al máximo los gastos para que no superen el 90% de los ingresos, y poder ahorrar un 10% mensual, es una norma de obligado cumplimiento cuando se pretende sanear la economía doméstica.

2. Reducir el gasto en vivienda. El alquiler de un piso o el pago de la hipoteca son los gastos fijos más costosos y se llevan un buen pellizco del presupuesto mensual. Hay que considerar la posibilidad de trasladarse a un inmueble más barato. Cuando se vive de alquiler, se puede solicitar al casero un descuento temporal de la cuota. Además, cabe la opción legal de alquilar una habitación en un piso compartido para dividir gastos con el resto de inquilinos.

3. Ahorrar en los suministros básicos. Apagar las luces y desenchufar los aparatos eléctricos cuando no se usan ayuda a ahorrar electricidad. Usar bombillas de bajo consumo, apagar la placa vitrocerámica y utilizar su calor residual para seguir cocinando los alimentos, planchar toda la ropa de una sola vez, etc. son pautas que pueden ayudar a reducir el gasto doméstico.

4. Planificar el gasto en alimentación.Cada vez que se acude a comprar hay que hacerlo sin apetito y llevando una relación de lo que se va a comprar. No hay que ahorrar en la alimentos básicos y necesarios, pero sí planificar bien los menús, cocinar varias raciones y congelar. Se debe evitar tirar comida.

5. Restringir el uso del vehículo propio. Se recomienda no utilizar el auto privado en exceso. A menudo, resulta más ventajoso vender el vehículo propio y alquilar uno para el momento concreto en que se va a necesitar. No poseer auto propio disminuye de modo considerable los gastos anuales (el seguro, el combustible, las revisiones y piezas de repuesto, los tiques de estacionamiento y los peajes, las multas, los impuestos municipales, etc.).