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El espectáculo fue original. 12 toros y vacas corrieron, pelearon y divirtieron al público el último domingo en la tradicional corrida de astados de Andagua, distrito de la provincia de Castilla en la región, en la innovación de una ceremonia, que usualmente solo se presenta en el mes de agosto en honor a la patrona del lugar, la Virgen de la Asunta y que ahora formó parte del Festival Turístico del valle de los Volcanes, donde más de 300 ciudadanos y turistas acudieron al coliseo conocido como Tarazona para esta actividad.

PREPARACIÓN. La noche anterior a la corrida, los músicos de Ritmo Juvenil realizaron la paga a los apus (cerros) en casa de uno de los mayordomos. En esta ocasión, fue en la vivienda de la presidenta de Comité de Organización del Festival, Livia Ranilla.

El encargado de la paga, conocido como el pajo, quemó tres colores de maíz en carbón. “Blanco, amarillo y ceniza (negro)”, comentó Oswaldo Ranilla. También usa coca y otros productos.

Siguiendo el rito, mientras queman el maíz en el altar del torito Tarazona, el pajo pidió permiso para la corrida, por un buen resultado y por la salud de los músicos. “Nosotros creemos en los Apus. Hacemos esta ceremonia porque así no hay castigo”, contó Alí Ramos, integrante de la banda y encargado del pago. A él lo eligieron por ser el mayor y reúne sabiduría. “Hace cinco años hago esto”, agregó.

Los demás participantes esperan mientras beben “quemadito”, bebida de hierbas y licor para soportar los ocho grados de temperatura. Antes de finalizar, algunos participantes saludaron a Tarazona al ritmo de música taurina. Luego, junto a las vaquillas, nombre que se les da a los varones de todas las edades disfrazados con ropa de mujer, recorrieron las calles céntricas del distrito, “Se visten así para simular de vacas que acompañan al torito”, resumen los disfrazados. “Me gusta y siempre participaré”, menciona Edwin de 10 años. 

En el recorrido, estas vaquillas embisten a quienes encuentren en su camino. La banda, Tarazona, los mayordomos, vaquillas y demás participantes se dirigieron primero a la iglesia de la Virgen de la Asunta, ubicada en la Plaza. Arrodillados frente a la puerta saludaron a la imagen para luego dirigirse al local de la municipalidad y otras viviendas. A este grupo también acompañaron las jachomas, nueras, y jataes. Llevan un plato adornado con velas y globos, que “simboliza el calor familiar”, señaló Juan Zacasqui. Toda esta fiesta duró hasta las tres de la mañana del día siguiente.

CORRIDA. A partir de las dos de la tarde, el ruedo recibe al público para apreciar la improvisación de tres cuadrillas de toreros aficionados. A la par, disfrutan de platos típicos e innovaciones como el chaufa de Quinua, wuatia (haba, maiz y papa sancochada bajo tierra) con pollo o carne, chicharrón y cuy chactado. Como bebida principal, se sirvió la chicha y el pito (mezcla de chicha de maíz con shanco). Con la respectiva paga e ingreso de Tarazona se inaugura la tarde taurina. El torito tiene su historia. “Una piedra en forma de toro fue encontrada en el volcan Coropuna. Es una ‘illa’. Nosotros le tincamos (agradecemos) para tener ganado bueno y bravo como el Tarazona”, explicó Flora Chuquicaña, andagüeña de 37 años. Asegura que esta narración la escuchó de sus abuelos y de sus padres.

PREMIO. El ganador de la corrida se llevó una bicicleta como premio.

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