Roger Falcón Quicaño es arquitecto de profesión. Ejerció como tal, pero la sangre culinaria a la que pertenece (novena generación) no tocó sus puertas a la vida que escogió sino que estaba allí, esperando el momento para abrir un nuevo local, con el nombre respetado y característico de una estirpe characata como es el de La Benita.
“He abierto este local en los claustros de la compañía para demostrar que la picantería es un concepto antiguo, pero que puede desarrollarse; y es que la picantería es algo muy personal que une. Mi profesión ha hecho que ese ambiente picantero lo transforme. Primero empecé con el local ubicado en Chacarato y ahora he transformado ese concepto en este, del Cento Histórico”.
Roger ha querido que el sinónimo de un local donde se venda comida no solo sea cuantitativo sino cualitativo. “Crecer para mi es dar calidad y aquí le damos eso al cliente en cuanto a atención, sugerencias y por supuesto la sazón”.
¿Cómo empieza esta idea? Hace más de tres años. Dice que le costó esfuerzo pero sabía que tenía que ser aquí. “La historia no habla mucho de las picanterías en el centro de la ciudad, no he encontrado una sola foto de cómo eran”.
Platos y bebidas. Los potajes que prepara no son transformados como muchos los ofrecen, sino se le ha agregado ingredientes de la variedad arequipeña.
Se puede degustar el famoso solterito de queso, el chupe de camarones, los triples, chicharrón de chancho o al horno, las licchas, el cuy, los camarones, el rachi.
Tienen también el doble, que consiste en 4 platos (una fritura, torreja, queso frito, una sarza, que puede ser el soltero con queso; el tercero y cuarto corresponden a un guiso, ya sea un locro, ají de calabaza o hiro de zapallo).
“El doble arequipeño tiene más de 150 años de historia, se servía en las picanterías que fue lugar de conspiraciones y revoluciones. Aquí lo preparamos”, dice.
Las bebidas son otro mundo, su Chichería de Barra, brilla con la chicha de güiñapo, con el prende y apaga, con el pisco sour picantero, con el chuflay, con los chilcanos de queso helado, de tumbo, de papaya, con higos... una variedad extensa. “Esto une, La Benita es la mejor representación del fogón arequipeño y lo que ofrecemos en los claustros es presentar una picantería que refleja cómo fue cómo es y cómo debería ser una picantería”, concluye.

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