La reliquia sagrada de la pasión de Cristo
La reliquia sagrada de la pasión de Cristo

En el museo religioso del Convento La Recoleta existen más de 150 piezas en exhibición. Mantos religiosos, esculturas en miniatura, rosarios, pinturas, vasos y ornamentos sagrados bordados con hilos de oro, plata y seda. Pero el resplandor de una vitrina repleta de reliquias llama la atención en la sala. En medio de los 20 llamativos elementos está La reliquia sagrada de la pasión de Cristo.

Esta custodia, que no por mucho seguirá en exhibición, está hecha en plata y se aprecian rayos metálicos que salen del espacio en donde se coloca lo más asombroso de la pieza: restos de la columna donde fue azotado Jesús de Nazaret antes de ser crucificado, una gota de su sangre y de la flagelación. Este es uno de los objetos traídos por los padres de la Orden Franciscana luego de 1648.

El pequeño ostensorio pasa inadvertido si es que no se pone la suficiente atención, pero guarda en su interior un alto significado religioso católico, por lo que será trasladado a una habitación sin acceso al público dentro de poco, según indica el encargado de su resguardo, Paulo César Vizcardo.

En las inscripciones que luce este ornamento, se leen en latín Ex. Columna , Flagellationis (flagelación) y las iniciales D.NJ.C que significan Reliquia Sangra de la Pasión de Cristo.

Según explica, Roberto Lazo Zapata, mayordomo de la Hermandad de Caballeros del Santo Sepulcro, el valor de una reliquia, de este tipo, es incalculable debido a que el material de la misma fue ungido con los elementos sagrados originales. Así también, el procedimiento para la limpieza de este tipo de objetos es riguroso; en este caso Vizcardo debe confesarse un día antes y guarda ayuno.

El recelo con el cual son conservados se observa en la seguridad del recinto y la vitrina que conserva sensores de seguridad para evitar el robo de la pieza sagrada, desconocida para muchos visitantes.

La fortuna que sirvió para el convento

En el año 2015, los graduandos Cárdenas Usnayo Lizbeth y Delgado Montes Edgardo, formularon un estudio sobre los orígenes del convento La Recoleta, en su tesis de estudios que analiza las estrategias empleadas por la entidad, para posicionarse como atractivo turístico.

El documento cita que en abril de 1647, el español Andrés Pérez de Castro, muere y deja 30 mil pesos para fundar un convento Franciscano Recoleto, y con ese motivo llegaron a Arequipa los padres Fray Juan de Herrera y Diego de Veraza, quienes hicieron las primeras gestiones. Ellos recibieron una segunda donación de manos del Dr. Fr. Fulgencio Maldonado Caballero, de la orden de San Juan de Dios.

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