La gastronomía de Arequipa está de luto, fallece Celmira Cerpa
La gastronomía de Arequipa está de luto, fallece Celmira Cerpa

Una de las matronas de  y cultora de la  arquipeña, doña Celmira Cerpa Rodríguez, propietaria del restaurante Sol de Mayo, falleció hoy a los 95 años de edad.

Las manos de oro, como la llamaron en más de una ocasión, fue conocida por propios y extraños, pues su sazón llegó a deleitar a personajes de la política y el arte como el propio Haya de la Torre, Alan García y el Premio Nobel de la Literatura Mario Vargas Llosa.

Cerpa Rodríguez fue considerada por mucho tiempo como la mejor “guisadera” de Arequipa, en reconocimiento a casi 70 años dedicados a la cocina arequipeña y sus innovaciones, porque, como dijo en más de una ocasión, la cocina es imaginación y sazón.

Con 95 años de edad, vio cómo su restaurante se aprestaba a celebrar 120 años de vida, desde que su bisabuela Gertrudis Rodríguez de Álvarez, allá por el año 1898, lo comenzara.

MENSAJES. “Este es el sitio que conoce todo arequipeño, aquí me trajo mi padre y me dijo, hija acá vas a cocinar con estas manos que Dios te ha dado, mi esposa te ha enseñado a cocinar y lo haces muy rico. Y es que mi mamá me decía, niña ven a aprender, cocinera serás y yo me asustaba, me preguntaba ¿voy a cocinar para tanta gente? y mire, aquí me quedé, señaló una vez en una entrevista cuando el Sol de Mayo celebró 115 años, en el 2011.

Contó que comenzó siendo niña, jugando entre los fogones, cuando su madre le enseñaba a preparar pescado. La lección le quedó gravada. “De un pescado nada se pierde” comentó.

Por el Sol de Mayo pasaron los príncipes de Asturias, todos los mandatarios del país y cada vez que pudo los atendió ella misma, con un vaso de chicha por delante.

Pero no solo eso, preparó varios platos innovadores, la mayoría a base de camarones con los que llegó a cocinar cien platos diversos... al vino, al horno... logrando primeros puestos en competencias internacionales entre los mejores cocineros del mundo. En la década del 60, en España le dieron un premio al verla preparar pescado frente a 900 chefs.

Hablar con doña Celmira era conocer un cúmulo de experiencias y secretos, como su culto al ajo, al que consideraba un alimento de vital importancia no solo en la sazón, sino también para la salud de las personas.

Conocido fue su pastel de choclo, el arroz de rabo, el ají de calabaza y otros platos que cuando estaba ella se servían en la cocina del restaurante, desde donde dirigía el negocio junto a Marlene, Lita y Nelly, sus hijas a cargo del restaurante.

Daniel, Jorge y Ana también tuvieron un papel importante en el restaurante y el culto a la comida.

A su partida nos quedamos con una de sus historias, la del pobre que entró a su cocina hace años, llorando por no tener qué comer y al que ella consoló con un chupe caliente, porque “al pobre nunca se le niega nada”.

Los restos de doña Celmira son velados en ambientes del cementerio Parque de la Esperanza.

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