Cuentan los historiadores que durante la Guerra del Pacífico el Almirante Miguel Grau surcaba las aguas custodiando las costas peruanas, los grandes y modernos buques chilenos usaban una serie de estrategias para derrotarlo, pero sólo pudieron lograrlo luego de una larga campaña marítima.

Resulta que al pasar por las costas del sur la pequeña embarcación solía apegarse al muelle de Quilca y por el declive del lugar no podía ser divisado por los chilenos.

Pero este muelle no sólo fue refugio del Huáscar, también fue el segundo puerto, luego del Callao y el más importante de Arequipa hasta 1826. Los lanchones se acercaban a desembarcar una diversidad de productos que provenían de otras naciones. Aún quedan rezagos de la construcción que se hizo con gruesos maderos teniendo como cimiento los rieles de fierro que aún se pueden apreciar en el lugar.

El profesor Alex Mendiola Tipiani, nacido en este hermoso y cautivante lugar, recuerda que cuando era niño todavía logró ver los almacenes donde se solían guardar la mercadería. “Había un donque que era usado para la descarga, los animales tenían un pasadizo por donde caminaban de manera ordenada para luego ser trasladados a sus destinos finales”, nos cuenta.

Ahora hay un moderno e imponente desembarcadero de concreto, pero a un costado todavía se puede apreciar la deteriorada construcción que tiene varias décadas de antigüedad. Mendiola nos comenta que en ese lugar también se embarcó el ultimo virrey español, Jose de La Serna cuando retorno a su país, pero cuenta la leyenda que al no poder llevarse todos sus tesoros dejó parte de ellos escondidos en los cerros que protegen el muelle de Quilca, lugar donde aún deben prevalecer.

Por el legado histórico es una zona protegida ya que existe una infinidad de restos arqueológicos, sin embargo no se han preocupado por darle un mantenimiento al antiguo muelle y hace unos tres meses cerca de 4 metros de esta infraestructura se ha caído. “En todo los años que vivo acá, que son más de 50, no ha venido nadie para ver su mantenimiento. Acá también habían casas antiguas de madera que deben cuidarse, pero siguen el mismo camino, solo queda la capitanía y un par de casas más”, comenta el docente.

MODERNIDAD. En la actualidad en el desembarcadero laboran un promedio de 200 embarcaciones en las temporadas altas, pero los demás meses sólo se quedan 50. En cada una de ellas laboran una tripulación de 3 a 4 personas, así en las épocas de pesca se llegan a congregar hasta 2 mil personas. Los productos más abundantes son el Perico de noviembre a enero y la pota de junio hasta agosto. También se capturan otros peces como bonito, liza voladora, además de las ovas, pero en menor cantidad.

Los pocos rezagos del legado han quedado en el pueblo donde hay casas que muestran parte de la historia de un muelle que tuvo su apogeo y que ahora es el distrito con la menor población de la provincia de Camaná ya que sólo llegan a 943 personas.