Julcamarca, un pueblo situado en el límite de la región Huancavelica y Ayacucho. Cuando paseas por sus calles y avenidas tranquilas y coloniales te transporta a un pasado milenario. Según los datos históricos, fue el conquistador Francisco Pizarro quien fundó Julcamarca hacia el año 1540, constituyéndose en un centro político y administrativo muy importante en su época. Hay dos rutas para llegar a Julcamarca.

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Una, desde la ciudad de Ayacucho con un viaje que dura cerca de una hora y media; y otra, desde la ciudad de Lircay con un viaje de más de dos horas. El recorrido por ambas vías, te transporta por paisajes impresionantes llenos de belleza única y magia pura de los Andes.

A pesar de tener lugares fantásticos, el pueblo de Julcamarca luce abandonado, donde el efecto del “maravilloso” crecimiento económico peruano nunca ha llegado. Es un lugar por donde el fantasma de la violencia se pasea sigilosamente. Uno de los pobladores, llamado Fidencio Toro, nos señala que Julcamarca, siendo uno de los pueblos más antiguos de la región y teniendo un clima excelente, el agua no llega toda a los frutales por falta de represamiento y necesita otro tipo de obras, pasar salir de la pobreza en la que se encuentra.

Como todo pueblo andino Julcamarca tiene un potencial turístico, con sus vestigios arqueológicos y lugares de donde se cuentan leyendas mágicas.

Cuando uno piensa en los cementerios, normalmente nos imaginamos un lugar tranquilo y fácil de llegar donde los cuerpos de los antepasados descansan para siempre. Las culturas antiguas que vivieron en estos lugares también esperaban lo mismo, pero con una diferencia, para ellos un cementerio, jamás debían ser de fácil acceso y cuánto más inaccesibles eran, más tranquilidad tendrían en su descanso eterno. La gigantesca gruta de Ayauchku situada en la comunidad de Yuraccocha al norte del distrito de Julcamarca, guarda unos de los cementerios más famosos de esta región, donde descansan los antiguos pobladores de los Andes.

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Es un lugar dónde la leyenda cobra vida, pues en este fantástico paraje en medio de las montañas está la familia Ataypura, conformado por el padre, la madre cargando en la espalda a un hijo, y sus otros dos hijos caminan un poco más adelante; todos convertidos en roca pétrea maciza camino del paraje Ñaupallacta.

Asimismo, en la plaza principal de Julcamarca está una de las iglesias coloniales más antiguas de la región. Esto solo son algunos de los lugares mágicos que posee este antiguo distrito en los andes del Perú profundo.

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