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La fe mueve montañas y está en todas partes, esto lo saben muy bien los internos del penal de , y estar recluidos no fue impedimento para rendirle honores al , para renovar su fe, para mostrarse arrepentidos, para cambiar.

Desde muy temprano comenzaron a realizar sus alfombra, cada pabellón eligió a sus representantes para diseñar y elaborar los ‘mantos sagrados’ donde plasmaron su ingenio y devoción para ‘el altísimo’ como lo llama Brandon, un locuaz y creativo joven perteneciente al pabellón G, pabellón lleno de internos como él, cansados de la mala vida, cansados de ser llamados ‘prejuicios’ (internos altamente problemáticos) y que ahora se entregaron a Dios y reciben terapias todos los días para dejas atrás su adicción a las drogas. Brandon dirige a sus dos compañeros, me dice que su alfombra es única y es cierto, está hecha de tapas de botellas, “debemos reciclar”, bromea. En total hay siete alfombras, una por cada pabellón y otra perteneciente al programa ‘CREO’.

Continúa el recorrido del Señor de los Milagros por los pabellones del penal de Huancayo al ritmo de la banda del reclusorio, conformada por 7 talentosos músicos, “nosotros armamos la jarana” me dicen entre bromas y vuelven a tocar aquel ritmo cadencioso de procesión, se escucha muy bien, “integraban bandas reconocidas” acota un oficial con tono serio. Al poco rato se me acerca un interno, se presenta y me pregunta si soy periodista, respondo afirmativamente y me dice, “aquí la vida es difícil, adviérteles a los jóvenes que lo piensen muchas veces antes de meterse en la mala vida, ninguna tontería merece la perdida de tu libertad”.

Al paso del Cristo Moreno, el representante de cada pabellón da sus palabras, mientras los demás reclusos lo escuchan meditando, veo sus rostros y creo que piden algún milagro, creo que rezan por sus familias, siento que le ruegan al señor que vele por ellos, que les dé esperanzas, siento que le hacen saber que han cambiado, que están arrepentidos, que no lo volverán a hacer.