Los cuentos de “Aquello que agoniza entre nuestros dedos”, el último libro del escritor Stuart Flores (Huancayo, 1986), son historias alrededor de algo que no termina de cerrarse, como heridas, como rompecabezas cuya última pieza debe ponerla el lector pero no lo hace para evitar que la tragedia se complete. La experiencia puede ser amarga en el sentido de la capacidad de estas historias para conmover, desgastar, poner a aprueba la felicidad del mundo; la agonía de la que habla el título.
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Flores ganó el Premio Copé de Oro de Cuento en 2018 con “La piel fría”, pero mucho antes había mostrado su gran registro y estilo de narrador. No solo por los premios –además del Copé, fue finalista en el Cuento de las 1000 Palabras de Caretas y el Premio de Novela Breve de la Cámara Peruana del Libro- sino por la poética que ha ido creando alrededor de sus historias. Este libro, impecable y tan bien contado, refrenda ese espacio que habla de personajes puestos al límite de sus propios miedos y conflictos.
LAS HISTORIAS. Abre el texto la historia de un escritor que no quiere escribir porque ya hay muchas palabras en el mundo. Un periodista —el narrador— quiere descifrarlo, lo busca, lo acompaña a su casa y en el momento que debe preguntar el escritor se va y él olvida las preguntas. Hay un ambiente neblinoso, apagado alrededor de estos dos hombres. Uno cansado de la literatura y otro que a través de él también quiere entenderse.
En el cuento que le da nombre al libro, una pareja viaja en un auto camino a un lugar donde tratarán de reconciliarse. En el camino atropellan a un animal y se detienen a auxiliarlo. La agonía de ese ser (que no sabemos qué es) es también es el quiebre de esa pareja. El lector no sabe qué animal es el que se está muriendo, tampoco por qué han peleado aquellos dos pero asiste a la agonía de algo se puede llamar amor.
“marusya kolesova” es un cuento magnífico. Lleno de ritmo, sencillo y escrito sin mayúsculas. Un universitario enamorado de una migrante rusa; salen a marchar en una época de luchas y reivindicaciones socialistas. Luego de un tiempo la joven desaparece y en él queda la experiencia del cuerpo que no tuvo, el amor frustrado. Es una historia de salones, carpetas, belleza y anarquía propuesto desde la decisión por romper con las normas.
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Cuando Peri Rossi hablaba de que el cuento subordina todo a la profundización de un instante se refería a la exploración del conflicto, a su desglose y la búsqueda de una manera de entender el dilema. Estos cuentos se sumergen en esa profundidad pero no van solo detrás del conflicto también de la atmósfera que lo envuelve, del paisaje donde reposa la historia, esa también es la factura de Flores, avanzar con una densidad —y a veces tensión— acompañada de colores siempre crisis, lluviosos o nocturnos como paisaje. Es una manera de profundizar también en el instante.
Hablaba al inicio de la propuesta de una poética y esto último que señalé es una característica principal, además de sus historias abiertas, puestas siempre en una realidad que el autor no cuestiona pero explora al punto de que uno percibe que hay un intento por evadirla, por escapar de ella no a través de una aproximación a lo fantástico sino de situaciones donde lo ambiguo puede ser una posibilidad también de existir.