Durante la Guerra del Pacífico, en 1882, soldados chilenos intentaron llevarse la imagen del Señor de Luren, pero pesaba mucho. Los enfurecidos invasores decidieron destruirla, pero las hachas volaban en pedazos al tener contacto con la sagrada efigie, y la abandonaron. El suceso milagroso fue interpretado por los iqueños como el deseo del Cristo Moreno de quedarse en Ica.
Aquel pasaje histórico es considerado en la Resolución Viceministerial N° 145 del Ministerio de Cultura, que declaró como Patrimonio Cultural de la Nación a la festividad del Señor de Luren y sus procesiones en Ica.
La importancia de la declaratoria está en que la fiesta del Patrón de Ica es “una tradición religiosa de gran riqueza simbólica, cuyo culto y devoción se transmiten de generación en generación y son eje de la articulación social, así como un referente de la identidad cultural para la población regional”.
Amparado en el Art. 1 de la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación, el presidente del Club de Iqueños residentes en Lima, Juan Carlos Lam Álvarez, solicitó en febrero la declaratoria de la Fiesta del Patrón de los iqueños como Patrimonio Cultural de la Nación. Meses después, se hizo realidad.
En julio pasado, el monseñor Héctor Vera Colona; el párroco de Luren, Grover Cáceres; el presidente de la Hermandad del Señor de Luren, Carlos Gómez Donayre, y el abogado de Asuntos Culturales del Colegio de Abogados de Ica también se sumarían al pedido.