Augusto Tamayo San Román, desde la honestidad que siempre ha caracterizado su trabajo, hace el cine que quiere, y la recién estrenada “La herencia de Flora” es una auténtica muestra de esa propuesta que marca su carrera de cinco décadas.
“En mi afán de seguir contando historias de personajes femeninos, me llegó un guion de Jimena Ortiz de Zevallos hace ya como 6 o 7 años. Lo acepté, advirtiéndoles que yo tengo que hacer las películas mías. Adapté el guion que era muy bueno, estaba muy bien investigado, y bueno, lo presenté a DAFO un par de veces, hasta que felizmente ganó y con eso pude hacerla. Flora Tristán es un personaje que he conocido toda mi vida, mi padre era un escritor de altura, tenía una biblioteca gigantesca que yo leí casi desde niño. A través de él me he contactado con la literatura y la cultura peruana, entonces, tengo algún conocimiento de todos los personajes históricos y culturales del Perú”.
¿Qué debe tener un guion para que decidas filmarlo? En este caso encajaba perfecto. Yo tengo el proyecto, de repasar la historia del Perú en el cine peruano, no es ninguna virtud en particular, pero bueno, no hay mucha gente en el Perú que le interese la historia en el cine. Tengo mi título en Literatura, pero he leído tanto de historia del Perú como de literatura, entonces claro, me interesa más esa propuesta.
Un interés genuino que marca un estilo. El cine histórico me da una distancia, me obliga a recrear mundos, que siempre es entretenido, recrear una cultura que es distinta, todo eso me lleva a valorar más proyectos históricos. El cine es perfecto para tratar de reconstruir la historia, pero ahora no hay mucho interés.
Pero también una película basada en personajes históricos exige exige un mayor presupuesto, cuidar cada detalle. Son retos, y eso también lo hace atractivo, pero ya en un momento dado, también dije lo haré pues, no es tan difícil. Es bonito tener un reto grande y la satisfacción que uno tiene, independientemente de cómo resulte la película, tenga o no tenga, valores cinematográficos, son retos culturales. Yo los veo como un objeto cultural que tienen una función de comunicar ciertas ideas o de reconstruir ciertos momentos para comprender la identidad. Todo eso me lleva a que ese tipo de guiones me resulten más atractivos.
No veo a gente joven haciendo películas históricas, ¿no les interesa el género? No, no hay, ese interés. A mí me llama la atención y lamento, que no haya, porque eso quiere decir que en general no existe interés por conocer la historia, que en realidad es lo que te construye . Como ser humano tú estás hecho de tu historia. Tú estás hecho de tu papá, tu no estás hecho del hoy.
¿Siempre un estreno genera expectativa por saber cómo le irá a la película, eso es inevitable? Sí claro. Es una incertidumbre absoluta, nunca sabes qué va a pasar con la película. Mis películas yo lo tengo ya clarísimo, son un poco marginales, son marginales frente al universo de las películas, digamos comerciales, dicho en el mejor sentido, pero también son un poco marginales con relación a lo que llamaríamos cine de festival, de las películas peruanas que van a asistir. Mis películas van, pero no están dentro de la temática y los tratamientos en el mundo ahora del cine peruano. Mi línea es un poquito, como anda un poco flotando, entonces, no es un cine masivo, pero no me preocupa tanto, pero tampoco es un cine que convoque mucho a los cinéfilos del cine peruano…, los cineastas y el público. Entonces yo tengo siempre una incertidumbre con respecto a qué va a pasar con mis películas, ya estoy acostumbrado.
Pero qué importante es también filmar en base a la honestidad, tú estás convencido de lo que haces, disfrutas de hacer tu trabajo. Totalmente. Mira lo has sintetizado mejor que yo. Yo disfruto profundamente lo que hago, esta ha sido mi vocación y solo puedo agradecer a los dioses de la cinematografía, si es que existen, que me ha permitido cumplir 50 años de realizador, y seguir haciendo cine, y lo disfruto. Disfruto en todos los sentidos, anímicamente, intelectualmente, trato de ser consecuente, trato de hacer el cine que me nace, sin tratar de buscar éxitos o fama adhiriéndose a lo que esté de moda. No es que mi cine sea bueno o malo, no lo sé, pero consecuente, permíteme que diga consecuente y honesto con respecto a mí mismo, siempre he tratado de serlo.