La irrupción de una pareja de nativos en la plaza de Moyobamba, región de San Martín -él con taparrabos y ella con falda y pecho descubierto- marcó la niñez de la escritora y socióloga peruana Irma del Águila, quien luego de tres años de trabajo presenta la novela La isla de Fushía (Alfaguara 2016), que va tras los pasos del cauchero de raíces japonesas Juan Tushía que en los años 50 esclavizaba aborígenes de la selva y a la vez personaje capital de La casa verde, escrita en 1966 por el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.
¿Cómo decides escribir sobre Juan Fushía, personaje principal de La casa verde?
Viajé a la selva en 2011 para seguir otra historia y me encontré con un familiar que me refirió que la familia de Fushía, que en realidad es Tushía, seguía residiendo en Santa María de Nieva. Di con una de las mujeres principales de Fushía en una comunidad awajún surcando el río Santiago.
Bien, ¿y por qué te interesó Juan Fushía?
Había esta dimensión de trata de mujeres y relaciones de género que me interesa. Tradicionalmente es el hombre el que hereda el patrimonio y la mujer es un objeto de intercambio en las alianzas entre familias, pero también me interesó la dimensión de fantasía sexual, esta idea de hombre todopoderoso que tiene un harén para trabajar y satisfacerse sexualmente. Y Fushía llega a establecer una relación que -diría- no es tan erótica sino pornográfica: esos cuerpos jóvenes que él anhela tienen un precio en las transacciones comerciales que establece con las comunidades indígenas.
¿Cuánta fue la apertura de las mujeres de Fushía para hablar sobre episodios del pasado?
En la novela desarrollo la relación entre dos mujeres principales, una indígena (Olga) y otra mestiza (Lalita). Se crea una relación de solidaridad entre ellas porque la vida en la chacra es dura, incluso, luego de la muerte de Fushía, la mujer mestiza visita a la indígena. Eran amigas. De parte de la gente anciana de Santa María de Nieva, que era joven cuando llegó la expedición académica de 1958 integrada por el antropólogo Juan Comas, José Matos Mar, Efraín Moroto Best y Mario Vargas Llosa, no hay juicio crítico de la época del caucho; existe más sentido crítico conforme una se adentra en las comunidades indígenas, donde hay un relato distinto de lo que fue la época de caucho, lo que nos lleva a pensar en cómo se escribe una historia oficial en una región como Amazonas.
¿Cuánto dista el Juan Fushía de La casa verde con el de La isla de Fushía?
Lo que encontró Vargas Llosa cuando llega a Santa María de Nieva es un mito. Recibió historias orales de un personaje al que nunca llega a conocer, posteriormente en Historia secreta de una novela (1972) menciona que una chica en edad púber ha huido de la isla donde Fushía la mantenía en cautiverio. Fushía es una leyenda viva de la que muchos hablan con temor, recelo y, supongo, fantasía. Yo encuentro que este rumor sobre la isla tiene sustento de realidad y algo de imaginación porque es fruto de los miedos de la gente.
El tema de la explotación sexual de las mujeres indígenas es un problema latente en la selva...
El hecho de ser joven, mujer e indígena te pone en tres situaciones de riesgo sobre todo en la población rural. Ya no se trata de caucheros que negocian una mujer con el padre a cambio de un fusil, se trata de gente que recluta niñas o adolescentes para la trata sexual en los campamentos mineros... Y esta marca mujer indígena adolescente se va perpetuando, la mujer sigue siendo un objeto de intercambio y el Perú es uno de los tres países con mayor índice de trata de mujeres en América Latina. La Pampa, este campamento minero a pocos minutos de Puerto Maldonado, está a vista y paciencia de la Policía, del Estado, y adquiere cierta normalidad.
Hay un comentario de Vargas Llosa en el cintillo del libro...
Sí, le di a leer la novela, me escribió una carta muy gentil, parte de ello está en el cintillo. Yo no solo quería saber su opinión como Nobel o gran narrador, sino también del personaje de la novela... Me dice que ha encontrado la novela interesante, que no queda claro dónde empieza la ficción y termina la historia -eso es lo que se espera de una buena novela-; alaba la investigación histórica.
PERFIL
Irma del Águila
Escritora
Estudió Sociología en la PUCP y obtuvo una maestría por la Universidad de Nueva York. Ha publicado las novelas Moby Dick en Cabo Blanco y El último capítulo.
DATOS
2011 gana III Premio de Novela Breve de la CPL por El hombre que habla del cielo.
16 de julio próximo presenta su novela en la XXI Feria del Libro de Lima.