​Jennifer Thorndike: "Hay que enfrentar al lector masculino"
​Jennifer Thorndike: "Hay que enfrentar al lector masculino"

Jennifer Thorndike vuelve a abordar el rompimiento de las relaciones familiares con su segunda novela, Esa muerte existe (Penguin Random House), en la que narra el cruel asesinato que comete Larva contra su hermana Lucía debido al odio que le tiene por ser menos bella y amada.

“Quise ir más allá con un personaje que se ve constantemente humillado, sufriendo maltrato psicológico y físico, y que al reaccionar termina haciendo estos actos de crueldad sobre su hermana”, sostiene la autora, quien además lamenta el prejuicios que se tiene sobre las voces literarias femeninas.

¿Cuál es tu interés al contar esta historia? 

Lo que me interesa es producir en el lector interrogantes, enfrentarlo a cosas difíciles de entender y asumir. Que diga: “Las cosas no son como pensaba, sino que pueden pasar de manera diferente”. Lo otro es producir una reacción con el lector, por eso la novela termina siendo fuerte y sin descanso; con intensidad, acciones y sensaciones.

¿La construcción de los personajes (Larva o Sofía, Lucía y el Monstruo o el abuelo) se da en base a tus estudios de doctorado o has conocido alguna historia cercana? 

Siempre hay cosas que escucho o veo. O de pronto alguien te cuenta o ves las noticias. Lo básico es que en las relaciones entre hermanos siempre existe el conflicto. Y lo otro es la competencia presente en todos los ámbitos de la vida: entre mujeres, en el trabajo, en la familia. Me interesaba explorar en la belleza y cómo ellas compiten para destacar por la presión social.

¿Cuáles han sido los desafíos al narrar Esa muerte existe? 

Es difícil mezclar el lado creativo con la información. A veces yo sobreinvestigo, tenía mucha información y me decía “¿cómo hago para que esto no parezca un pasaje histórico?”. No estoy trabajando con certezas o verdades. No es un dogma, no es como la Historia o la Antropología. Lo otro: sufro mucho, me cuesta escribir. Cuando estoy escribiendo en estado de sensaciones extremas, como me meto en el personaje, termino cansada emocionalmente.

¿Por qué elegiste como villano de la historia al abuelo, el Monstruo, quien en la vida real es visto más como un ser entrañable? 

Esa pregunta surgió en mí con la figura de la madre en la novela anterior. El padre no es tan intocable, le han dado con palo en la literatura (risas); en cambio, la madre es más intocable y sagrada, y los abuelos también. Quería trabajar con unos padres ausentes y que hubiera una relación más distante con el abuelo, pero que al final termina siendo esencial y dominante sobre ellas.

¿Cuál es la brecha que enfrentan las autoras femeninas?

Lo que hay que enfrentar es al lector y comprador masculino. Cuando publiqué mi libro en 2007, Cromosona Z, escuchaba: “Es que yo no leo a mujeres, no me gusta lo que escriben”. Yo decía “¿por qué?”. Es más válido decir no me interesa el tema, pero no por una cuestión de género. Siempre lo veo como un reto. Es más fácil llegar como escritora a las lectoras que a los lectores. Hay encasillamiento, se cree que las mujeres solo escriben de una forma, lo que se llama literatura femenina. Hay que atreverse a leer. Si volteas la contratapa y te llama, llévate el libro. A veces uno encuentra las mejores lecturas en lo menos esperado.