Se acabó el 2014. Ha sido un buen año para la innovación tecnológica en el Perú, sobre todo para el CONCyTEC –Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica- que ha logrado con harto tesón un liderazgo que, en palabras de su propia Presidente, nunca tuvo. En particular, hay que destacar la propia reingeniería de esta institución que aunque ha logrado mayor impacto en los círculos vinculados con la I+D+i (investigación, desarrollo e innovación), aún no termina por ser muy conocida en la opinión pública en general. De hecho, y según información del propio CONCyTEC, la institución es identificada por la “gente de a pie”, básicamente con el otorgamiento de becas de estudio en el exterior y ferias escolares; cuando en verdad, es mucho más que eso.
Pero no sólo el CONCyTEC se lució en el mundo de la innovación tecnológica en el año que acaba, porque el Ministerio de la productividad y del emprendimiento, soltó este año su plan maestro para llevarnos al desarrollo inteligente (Smart Growth) vía la tecnología y la diversificación productiva. El Plan Nacional de la Diversificación Productiva de PRODUCE, es un esfuerzo importante por rayar la cancha y definir –ojalá que de una vez por todas- qué es lo importante y urgente para el Perú respecto del mundo de la innovación tecnológica. Ahí hay que destacar, básicamente, dos temas: la necesidad de priorizar sectores productivos de oportunidad –que aunque a muchos no les guste, es necesario y además una estrategia ya usada en otras latitudes con buenos resultados- y el fortalecimiento de la red de CITES (centros de innovación tecnológica) con una importante presencia de las empresas privadas en ellos -por ejemplo, para incentivar que las empresas levanten CITES, se anuncia un fondo de cien millones de soles ejecutable en los próximos meses-.
2014 también fue el año del movimiento “startupero”, vía Start-Up Perú, el fondo local destinado al desarrollo de start-ups y aceleradoras. En resumen 2014 ha sido el año de la inversión pública en innovación tecnológica. Y eso ha sido muy bueno, porque hasta hace un par de años, el Estado peruano invertía escasamente 0.1% del PBI en innovación, ciencia y tecnología. Si la inversión pública destinada a estos temas se mantiene en lo que queda del gobierno de Ollanta Humala, podríamos estar cerca del 0.4% del PBI en inversión pública. Y eso, otra vez, es muy bueno.
Pero no todo es “lluvia de millones” en el mundo de la innovación peruana. Hay una tarea pendiente fundamental y tal vez más difícil de encarar, como es la capacidad de nuestras empresas de ofertar y al mismo tiempo demandar más innovación tecnológica. Por eso, aunque el BID y sus funcionarios opinen que el Perú podría “atrasar” a Chile en innovación en el 2015 -desde Washington José Miguel Benavente, director de la Dirección de Competitividad e Innovación, lanzó el amable pronóstico- creo que aún falta un poco más, al menos desde el lado privado. Falta aumentar el ratio de inversión privada en innovación. Recordemos que en los países de la OECD – Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el club de los países desarrollados o del llamado “primer mundo”, al que el Perú espera acceder pronto- la inversión privada es la que impulsa el mercado de la innovación tecnológica -65% inversión privada y 35% púbica- Si en verdad pretendemos “atrasar” a Chile en innovación, hay que hacerlo de manera orgánica: así que, ¿cuántos se animan a levantar un CITE el 2015? ¿Quién dijo yo?
(*) Maite Vizcarra es experta en Tecnologías de la Información y divulgadora tecnológica. Puedes seguirla en Twitter como @Techtulia