El gobierno afgano y el ejército estadounidense confirmaron la muerte del jefe del Estado Islámico (EI) en Afganistán, una victoria para Estados Unidos a pesar de que el grupo yihadista continúa luchando sobre el terreno.
Abdul Hasib, jefe del EI-Jorasán, rama local del grupo yihadista, murió el 27 de abril durante una operación conjunta en Nangarhar (este), donde el grupo apareció en 2015, confirmaron el domingo el gobierno afgano y el ejército estadounidense.
Hasib tomó el mando del grupo en julio de 2016 tras la muerte de su predecesor, Hafiz Saeed, asesinado en un bombardeo estadounidense, explicó a la AFP el analista Ahmad Saeedi. "Abdul Hasib fue entonces nombrado jefe del EI-Jorasán".
"Hasib era una figura oscura, desconocida para la población, del que nunca circuló ninguna fotografía. Su muerte no será diferente, otro comandante será nombrado", estimó.
El Pentágono afirmó que "muchos otros responsables de alto rango" del EI "fueron también asesinados así como 35 combatientes" durante este ataque en el sur de la provincia de Nangarhar, en frontera con Pakistán.
Dos soldados estadounidenses perdieron también la vida durante la operación.
Desde el domingo, el jefe de las fuerzas americanas en Kabul, el general John Nicholson, se felicitó del "nuevo paso importante en nuestra decidida campaña de aniquilar al EI-J en 2017".
"Estimamos que más de 500 combatientes han sido asesinados desde inicios del mes de marzo", afirmó este lunes a la AFP el capitán Bill Salvin, en el cuartel general de las fuerzas americanas en Kabul.
"Los combates continúan en el sur de Nangarhar y el campamento del emir [fallecido] en Mohmand está fuertemente defendido", reconoció.
No obstante, el ejército estadounidense lanzó el 13 de abril, a petición del general Nicholson, la bomba convencional más poderosa de su arsenal sobre las posiciones del EI en el distrito de Achin, con un balance estadounidense de 96 muertos entre los yihadistas. (AFP)