El presidente de EE.UU., Barack Obama, anunció hoy un nuevo plan para mantener a 5.500 soldados estadounidenses en Afganistán más allá del final de su mandato, que concluye en enero de 2017, para seguir entrenando a las fuerzas afganas y luchando contra los grupos terroristas.
"Las fuerzas afganas no son todavía tan fuertes como deberían", admitió Barack Obama durante una comparecencia en la Casa Blanca, donde dijo también que la situación de seguridad en ese país sigue siendo "muy frágil".
El plan de Obama contempla, además, mantener el actual número de 9.800 soldados presentes en Afganistán hasta el final de 2016.
"No apoyo la idea de una guerra sin fin", puntualizó el presidente al defender su decisión, porque cree que es "lo correcto" dada la situación sobre el terreno en Afganistán, y que este "ajuste" de la retirada puede contribuir a consolidar "el difícil progreso" que está realizando ese país en materia de seguridad.
Asimismo, recordó su compromiso de evitar que Afganistán se convierta "en un refugio para los terroristas".
El presidente también quiso enfatizar que la "naturaleza" de la misión estadounidense en Afganistán no ha cambiado y que las tropas ya no están desde hace un tiempo "en rol de combate".
Según Barack Obama, será necesario continuar evaluando la situación sobre el terreno y la posibilidad de más ajustes, algo que anticipó que será su tarea hasta enero de 2017 y luego la de su sucesor en la Casa Blanca.
El jefe de las fuerzas de EE.UU. en Afganistán, el general John Campbell, ya adelantó la semana pasada que le había presentado a Obama varias opciones para prolongar la presencia de las tropas en ese país.
Además de las tropas de EE.UU., la OTÁN cuenta con alrededor de 4.000 militares en tareas de asistencia y capacitación en Afganistán, aunque sin mandato para entrar en combate.
El nuevo plan de EE.UU. llega en un momento de creciente violencia en el conflicto que sufre Afganistán, después de que los talibanes llegaran a controlar la emblemática ciudad de Kunduz, en el norte del país.
Los insurgentes ocuparon a comienzos de octubre Kunduz, durante tres días, en lo que supuso su mayor logro militar desde la caída del régimen talibán en 2001 tras la invasión de Afganistán, y el pasado día 11 anunciaron su retirada definitiva de la ciudad.