Al menos un millón de personas asistieron el sábado a uno de los actos principales de la visita del papa Francisco a Corea del Sur, la misa de beatificación por 124 coreanos que murieron por sus creencias católicas hace más de dos siglos.
La misa tuvo lugar en la plaza Gwanghwamun de la capital, Seúl, donde los católicos fueron ejecutados hace más de 200 años.Es la primera visita papal a Corea del Sur desde 1989.
"Los mártires nos enseñan el camino", apuntó Francisco durante su homilía y destacó que su legado contribuirá a promover la paz y los valores humanos en Corea del Sur y el resto del mundo.
"Su ejemplo tiene mucho que decirnos a nosotros, que vivimos en sociedades en las que, junto a inmensas riquezas, prospera silenciosamente la más denigrante pobreza; (...) y donde Cristo nos sigue llamando, pidiéndonos que le amemos y sirvamos tendiendo la mano a nuestros hermanos necesitados", aseguró el pontífice.
El papa destacó además el carácter laico de los primeros católicos de Corea, donde a diferencia de otros países de Asia el evangelio no fue introducido por misioneros.
Las actitudes sencillas del Papa durante su visita han dejado una muy buena impresión en la población local, horas antes, en otro acto con los jóvenes, el Papa había pedido a los surcoreanos que rezaran por la reunificación con Corea del Norte.
Es algo bastante "excepcional" que un papa se encargue de una ceremonia de beatificación in situ en el país de los mártires, ya que suelen celebrarse en el Vaticano, a cargo de un cardenal, destacó un portavoz de la organización.
Acompañaron a Jorge Mario Bergoglio en la celebración el arzobispo de Seúl, Yeom Soo-jeong, y el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano.
Frente a las autoridades religiosas, desplegados a lo largo de más de 500 metros desde el Ayuntamiento hasta el histórico palacio de Gyeongbok, se concentraban los 170.000 invitados a la ceremonia, aunque la policía preveía que hasta un millón de personas podría acudir hoy al centro de Seúl para ver al papa.
El centro de Seúl apareció completamente abarrotado horas antes de que comenzara la misa de beatificación y muchos de los asistentes pasaron la noche en los alrededores antes de someterse a unos exhaustivos controles de seguridad.
Antes de la ceremonia, Francisco desfiló por la amplia avenida de Sejong-daero hasta la plaza de Gwanghwamun, donde se ha situado el altar provisional para la beatificación de los mártires.
Entre los invitados se encuentran unos 400 familiares de víctimas del naufragio del ferri Sewol, que desde hace semanas acampan en Gwanghwamun para protestar contra el Gobierno y exigir una investigación independiente.
El pontífice, que un día más volvió a lucir en el pecho el lazo amarillo en solidaridad con las víctimas del naufragio, hizo en su camino a la ceremonia una breve parada frente a un grupo de familiares para saludarles y darles su pésame.
Francisco comenzó el día con una breve visita al Santuario de los Mártires de Seosomun, un lugar histórico en el centro de la capital donde se produjo el número de ejecuciones de los primeros católicos coreanos.
El viaje de cinco días del líder de la Iglesia católica a Corea del Sur, que alberga a 5,4 millones de fieles de esta religión, se considera histórico al ser el primero de un papa al país en 25 años y la primera en dos décadas a Asia Oriental.