El papa Francisco destacó hoy la importancia del bautismo, un sacramento por el que se concede la “identidad cristiana”, que debe ser “protegida todos los días”, durante la ceremonia en la que bautizó a 16 niños y niñas que llenaron de llantos la Capilla Sixtina.
Esta ceremonia, cargada de ritos, rememora el bautizo de Jesús en las aguas del río Jordán y es una de los pocas que tienen lugar en la Capilla Sixtina de la basílica de San Pedro del Vaticano, bajo los frescos de Miguel Angel y donde se celebran los cónclaves para elegir al papa.
El pontífice pidió a los padres de los bautizados, empleados del Estado Vaticano, que “protejan la identidad cristiana” recibida hoy por sus hijos, que es “una labor que hay que hacer todos los días”.
”Estos niños vienen aquí a recibir la justificación de Dios, la fuerza de Jesús, la fuerza de andar hacia adelante en la vida, vienen a recibir la identidad cristiana sencillamente”, dijo Francisco en una breve homilía que pronunció de manera improvisada y en la que se dirigió especialmente a los padres y padrinos de los niños.
A ellos -destacó- les corresponde “proteger esa identidad”. “Es vuestro trabajo durante vuestra vida (...) una labor de todos los días, para hacerles crecer con la luz que reciben hoy: ese es el mensaje” de esta ceremonia en la Fiesta del Bautismo del Señor, añadió.
El papa también quiso tranquilizar a los padres para que no se preocuparan si los pequeños, 9 niñas y 7 niños, estaban incómodos porque “es una ceremonia un poco larga y se sienten extraños en un ambiente que no conocen”, al tiempo que les pidió que les dejaran si comenzaban a llorar o gritar: “Comenzará uno y seguirán los demás”, bromeó.
“Lo importante es que se sientan bien y si tienen hambre amamantadlos, no os preocupéis”, dijo, invitando a las madres a darles el pecho entre los altos muros de la Capilla Sixtina, bajo los bellísimos frescos del Juicio Final de Miguel Ángel.
Durante la ceremonia, que comenzó con la señal de la cruz realizada por el papa a los bebes, éstos recibieron la unción en el pecho por parte de los dos concelebrantes: el limosnero apostólico, el cardenal polaco Konrad Krajewski, y presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, el obispo español Fernando Vérgez.
Luego tuvo lugar la administración del bautismo, cuando se derrama el agua sobre la cabeza de los pequeños, que también fue realizada personalmente por el papa en la pila bautismal mientras los pequeños no paraban de llorar. “Ahí está toda la banda”, volvió a bromear Francisco.
Posteriormente, a los niños se les visitó con una túnica blanca, símbolo de la nueva vida tras el bautismo, y después cada padre se acercó al Cirio Pascual situado cerca del papa para encender una vela por cada bautizado, a quienes los concelebrantes tocaron la boca y las orejas en el último de los ritos de esta larga ceremonia, tras la cual Francisco se acercó a departir con los padres.
Fuente: EFE
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