Varias instituciones, colegas maestros y padres de familia me han pedido que emita algunas reflexiones/recomendaciones para que las clases presenciales sean eficaces y pertinentes.

Lo primero que debo reiterar es que su inicio constituye un logro de las comunidades educativas que deben seguir activas y cercanas a la dinámica de las escuelas para lograr la recuperación de los aprendizajes y el bienestar socioemocional de nuestros niños, niñas y adolescentes. Las clases presenciales deben extenderse a toda la educación superior. Los campus universitarios deben estar abiertos

Por otro lado, este no es un año cualquiera. Los alumnos vienen de una etapa muy difícil para su formación integral. Por ello el 2022 debe ser un año escolar transicional para que a partir de la verificación de los aprendizajes previos básicos (debidamente recuperados) recién mediar pedagógicamente para que los alumnos construyan aprendizajes nuevos que correspondan al área y grado, Por cierto, con calma y teniendo en cuenta la diversidad.

Es fundamental que el reencuentro de los alumnos con su escuela -manteniendo las medidas de bioseguridad- se base en la escucha, el dialogo y la confianza básica para apoyarlos de manera personal, social y afectiva. Este acompañamiento cercano debe extenderse a los padres de familia, en el marco de una consistente tutoría donde sus horas programadas en el horario escolar sean momentos de encuentro de los estudiantes para tratar asuntos significativos del grupo.

No menos importante es tratar de que los saberes sobre las tecnologías y los recursos digitales y audiovisuales se sigan utilizando mediante procesos pedagógicos interactivos y creativos. Es primordial dar el lugar que les corresponde al arte, los deportes, la recreación; y a una evaluación de proceso realmente formativa, donde los errores y aciertos deben servir para mejorar sostenidamente.