Hace unos días, una chica se estacionó en un área no restringida en una calle de San Isidro. El supuesto dueño de la casa salió airado a decirle que sacara el auto. “Conchuda, misia, paga tu estacionamiento” fueron frases que no paró de repetir. Como ella no se dejó amedrentar y le discutió que tenía el derecho de cuadrarse en la calle ya que esta es libre, él optó por cerrar la discusión con el más cobarde de los insultos: “¡Secretaria! Abriéndole las piernas al jefe seguro”. Eso es violencia de género.

El Perú tiene una de las incidencias de violencia contra la mujer más altas de Latinoamérica, al punto que debe ser considerada un problema de salud pública. Según la OMS, 69% de mujeres rurales y 51% de urbanas han sufrido violencia física o sexual.

¿Sabía que el 55% de las mujeres peruanas considera que la violencia física es el principal problema que deben enfrentar? ¿Y que una de cada dos mujeres siente que las peruanas no están seguras dentro de su propia casa? ¿Sabía que posiblemente el 100% de las mujeres siente miedo cuando camina sola por la calle, se sube a un taxi o entra a un lugar donde todos son hombres desconocidos?

Miles de mujeres experimentan diariamente violencia física, sexual o psicológica. Cuando el Estado las considera ciudadanas de segunda categoría y desestima sus necesidades e intereses, es también violencia de género. ¿Sabía que el aborto es una realidad y ocurre todos los días en condiciones insalubres que ponen en riesgo la salud y la vida de mujeres de escasos recursos? Es la tercera causa de muerte materna, y sin embargo no podemos discutir su legalización. ¿Sabía que el TC, en respuesta a una demanda presentada por una institución religiosa, prohibió la distribución gratuita de la Anticoncepción Oral de Emergencia y al hacerlo no solo aumentó la inequidad de acceso a los servicios de salud entre las mujeres de los niveles socioeconómicos altos en comparación con las de los más bajos, sino que aumentaron también las probabilidades de que las mujeres decidan acceder a un aborto clandestino? Y es que, por alguna razón, el Estado se cree con derecho a decidir sobre la vida de las mujeres.

La violencia de género no es un tema de mujeres; involucra a toda la sociedad. Y sin embargo, a cinco semanas de las elecciones, no hay un solo candidato haciendo propuestas para acabar con ella.

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