La corrupción nos empieza a enseñar cómo todo un país puede verse afectado por ella. Hoy, al menos en Lima, no se cree en nadie, todos estamos sujetos a sospechas, cualquier comentario se toma en el peor de los sentidos y empezamos a pensar si la persona que siempre respetaste es en realidad corrupta.

Siento que en este escándalo hay los que acusan porque están asustados ya que saben que se les viene a ellos una más grande; los que han sido acusados y piensan qué hacer para protegerse; aquellos que sin saber bien han sido cómplices de algo -como Jessica Tejada-, que terminarán indefectiblemente presos; los grandes y famosos que deben estar viendo dónde se van o cómo arreglan y finalmente los ya acusados que niegan todo, como es lógico tratando de evitar la prisión preventiva de 18 meses que es casi un “cliché” en estos casos.

Lo que es importante es permitirle a las autoridades hacer su trabajo. Escuché a una periodista decirle al presidente de la Corte Suprema que debía obligar a los fiscales a actuar de tal o cual manera. Sorprende que no sepa que la Fiscalía no es parte del Poder Judicial y por ende el Dr. Rodríguez no es competente para reclamarle a los fiscales. Los peruanos debemos tener claro cuál es el procedimiento legal que veremos en estos meses.

Hoy las delaciones premiadas (acusaciones) que vienen de Brasil deben ser “homologadas”, esto es, cotejadas con hechos reales: “Yo le di veinte millones de dólares a Toledo”, hay que homologar, verificar si hay transferencias a cuentas de este. Luego, el fiscal le pide al juez la prisión preventiva y este la acoge o deniega. En eso estamos, por ahora y parece que también viene…