Ayer terminaron las posibilidades de alianzas entre los partidos políticos con miras a las elecciones del 2016. La más resaltante es la que han suscrito los dos partidos con más tradición, como son el APRA y el Partido Popular Cristiano (PPC). Tenemos entendido que la misma no es solo con objeto de participar en las elecciones o de pasar la valla electoral, es más bien una alianza para lograr una mejor gobernabilidad en caso de que logren ser gobierno. Por supuesto que las tiendas rivales atacarán esta unión esgrimiendo los lemas que se hubieran adscrito en campañas anteriores. En mi opinión muy particular, me parece excelente la decisión que adoptaron, no solo por el aporte partidario, sino que el mismo estará fundamentado en un acuerdo programático. Salvo el fujimorismo, los otros competidores se han convertido en tablas de salvación, caso de la agrupación de Acuña que hasta la Townsend ha cobijado; increíble pero cierto, esa persona que ha militado en todos los partidos políticos nacionales se ha convertido en la vocera oficial. Qué podemos esperar, es una representación exacta del lema “Pepe el vivo” que es el leitmotiv de la informalidad y la cundería criolla. Pero, claro, se trata de “plata como cancha”, donde no existe ningún fundamento ideológico ni filosofía política y más bien representa, nuevamente, un salto al vacío. Por ello, la alianza APRA-PPC, liderada por el presidente García, nos brinda la seriedad necesaria de que se seguirá el ritmo de crecimiento y desarrollo sostenido, pues tienen el equipo y los cuadros partidarios necesarios para llevar adelante un gobierno, a diferencia de la señora Townsend y Acuña. Los PPK tienen personajes conocidos, pero no tienen cuadros suficientes para cumplir con las expectativas nacionales.