Desde que he vuelto a recorrer Ica, lo más notorio son los paneles en los que se ofertan casas y departamentos en nuevas urbanizaciones. Este es parte de un boom inmobiliario que, según dicen los iqueños, empezó luego del terremoto del año 2007. Edificios, casas, departamentos y urbanizaciones fueron “sembrados” donde antes hubo tierras de cultivo. Sabiendo los daños que dejó el sismo a esta zona del país, ¿acompañó a este crecimiento una revisión previa de un mapa de peligros y de subsuelo para estar seguros que estas construcciones pueden soportar un movimiento telúrico igual o superior al de aquel fatídico sismo de 7.9 grados en la escala de Richter que mató a 550 personas y dejó daños de los que esta región aún no se recupera?

¿Se dan reuniones conjuntas entre municipios y Gobierno Regional en busca de contar con reales planes de contingencia, acción y reacción durante un sismo? Con tremendo desastre ocurrido el fin de semana en Nepal, donde los muertos superan los cinco mil, ¿sabe usted que para expertos en el tema como Julio Kuroiwa reiteran que al sur del país aún le espera soportar un gran terremoto que debe superar los 8 grados en la escala de Richter debido a que existe mucha energía acumulada en las placas de Nasca desde hace buena cantidad de años? Hoy o mañana nos puede tocar vivirlo en carne propia. Si estamos preparados, al menos sabremos a dónde correr, qué debemos evitar, cómo manejar mejor la situación y tener cierta confianza de que el lugar que habitamos es medianamente seguro. Pero si ni siquiera nuestras autoridades tienen idea de si existe o no un plan de contingencia, si no saben cómo aplicarlo y nunca fueron estrictos sobre dónde construir o no, difícilmente podemos hacerle la lucha a un sismo igual o mayor al de 2007. Ojalá hayamos aprendido la lección.