La neurociencia parece algo complicado reservado para expertos. Pero en realidad, la mayoría de sus descubrimientos son de puro sentido común, aunque ahora cuentan con el aval científico.

Por ejemplo es de sentido común que el estrés estrecha la actividad neuronal, igual que estrecha las arterias por las que debe circular la sangre porque las comprime.

La neurorradióloga Joy Hirsch (Columbia) sostiene que cuando un niño toma riesgos o se sorprende en su trabajo escolar al enfrentar situaciones inesperadas, ensayar nuevas rutas en sus juegos o actividades, al enfrentar preguntas fuera de libreto o exploraciones manuales no convencionales que lo hacen salirse de los libretos preestablecidos, lo que está haciendo es amplificar su cerebro. Al rebelarse para no seguir patrones ya consolidados a los que llega inercialmente por ser similares a los ya practicados antes, le está dando a su cerebro la oportunidad de crear nuevas conexiones y rutas neuronales, lo que significa ampliar su repertorio de rutas de pensamiento; es decir, ampliar su inteligencia.

Traducido a la cotidianidad escolar, todo lo que empuje a los alumnos a alinearse con los procesos estandarizados, a la repetición mecánica de lo ya conocido, a no salirse de los programas y libretos preestablecidos por otros en textos y guías de actividades y experimentos, les quita la oportunidad de ser creativos y amplificar su inteligencia. Todo lo que signifique explorar, ensayar, manipular, descubrir, arriesgarse a plantear rutas y fórmulas novedosas alimentará su inteligencia.