“Cualquier daño que usted haga a un hombre debiera ser infligido de modo tal que usted no tenga por qué temer su venganza”, decía Nicolás Maquiavelo. Quería decir que para aniquilar al enemigo debía a asegurarse que éste se quede sin armas para contraatacar.

Parece que esa es la estrategia de la pareja presidencial para neutralizar y desacreditar a Martín Belaunde Lossio. “Delincuente”, fue la palabra que ambos le lanzaron a su examigo, pocos meses después que exigían respeto para el prófugo y manifestaban que les dolía su situación.

Luego, ante la amenaza de MBL de contar todo sobre las llamadas de Nadine Heredia a Venezuela, salió el Premier Pedro Cateriano a decir que “Belaunde es un mentiroso contumaz”. Días más tarde, el Procurador Anticorrupción Joel Segura, abonó más detalles en contra del empresario recientemente capturado. “La versión de un procesado siempre tiene una credibilidad muy baja. Puede mentir o inducir a errores”, comentó.

Pese a las versiones que los venezolanos financiaron la campaña de Ollanta Humala y que una empresa de ese país hizo depósitos de miles de dólares al entorno de Nadine Heredia, ella se mueve como si estuviera a punto de autoliderar su proceso de beatificación.

Así lluevan informes que revelan gastos en encajes venecianos, prendas de Louis Button, Oscar de la Renta y Hermenegildo Zenga por 115 mil soles, producto de dinero enviado de Venezuela a su círculo íntimo, la Primera Dama aparenta tener un don celestial, una fuerza motriz que evita los errores. Seguirá prefiriendo hacer gala de su indignación contra MBL para imponer su personalidad y disimular sus culpas. Sin embargo, eso será caldo de cultivo para el resentimiento de su examigo. Y ya se sabe, el resentimiento, como decía John Carlín, es uno de los motores más potentes que conoce la humanidad.