No se dice nada nuevo si se afirma que el país ha estado apremiado por los escándalos en el inicio de este año, principalmente por la captura de exfuncionarios del gobierno aprista vinculados a los sobornos de Odebrecht en nuestro país.

El Ministerio Público ha comprendido que a la voluntad, el esfuerzo y la transparencia hay que sumarle la rapidez de la acción, y sigue realizando operativos para ubicar y detener a involucrados en este caso, lo cual parece que ocasionará un gran terremoto político.

Por supuesto, los protagonistas de nuestra clase política tradicional están alterados. Los dimes y diretes y las acusaciones abundan por estos días. Estas investigaciones generan nerviosismo y hasta desesperación. Algunos defienden hasta lo indefendible y pierden credibilidad. Otros gastan su energía en afirmar hasta lo más inverosímil para dar buena impresión.

Y en medio de ese ruido político, el presidente de la Confiep manifestó algo contundente: “Odebrecht ya fregó al Perú (…) No tengo dudas, la economía no va a crecer como todos los economistas pensaban; además, este escándalo afectará la generación de puestos de trabajo”. Es evidente que nuestro país se está ganando la desconfianza de los mercados internacionales.

Lo peor de todo esto es que podemos decir que en el Perú sobran recursos y hay gente honesta y capaz, con liderazgo y planes serios, pero ciertos políticos crearon estas condiciones para que los valiosos se desanimen y ellos reinen a sus anchas. 

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