Cuando alguien quería cuestionar las credenciales democráticas del chavismo, sus ayayeros respondían que siempre habían ganado los procesos electorales en procesos justos y transparentes. Los únicos que recuerdo que hayan tenido esas características fue la primera elección de Hugo Chávez (ante la corrupción de los socialdemócratas y los socialcristianos) y la elección inmediatamente después del fallido golpe de Estado con el patrocinio empresarial.

Desde entonces, poco a poco se fueron tomando todas las instituciones del Estado venezolano para darle a una dictadura una fachada democrática (aprendieron las lecciones del fujimorismo en los 1990). Para garantizar el apoyo del pueblo se dedicaron a crear cuanto programa social se les ocurra. Para ganar apoyo internacional en la región se dedicaron a vender o donar petróleo a países de Centroamérica y el Caribe (aunque también le regalaron petróleo al alcalde izquierdista de Londres). Un barril de petróleo a $100 permitía financiar el “socialismo del s. XXI”.

Pero murió la figura, Hugo Chávez, y el petróleo está a $40. Ya no alcanza para financiar el clientelismo interno y externo. Hay escasez de todo los productos de primera necesidad. El problema no se ha resuelto expropiando a las empresas que son acusadas de acaparamiento.

Este fin de semana hay elecciones al Congreso. Desde ya Nicolás Maduro anuncia que si pierden “defenderán la revolución en las calles” y “no le entregarán el poder a la derecha fascista”. ¿Qué dirán ahora los ayayeros que se negaban a denunciar al régimen como una dictadura? ¿Realmente creen en la democracia?